[dropcap]Y[/dropcap] en su libre ejercicio de cuerda locura lo tiró todo excepto su bote de particular pintura de color rojo. Locura de cuerda para atar les parecía a los demás, pero nadie conseguiría deshacerse de esa respuesta suya en forma de silenciosos párpados extendidos e insobornable sonrisa garante de segura complicidad. A continuación solo un musitado ¿seguro?
– Podría llamarte desde cualquier lugar del mundo, donde quisiera podría encontrar una cabina de teléfono. Podría también ir a verte, a buscarte en… escoge al azar un coche de ese color. ¿Te gusta?
>> Con ese bote de pintura no me faltarán sandías, cerezas, guindas ni fresas, aun asumiendo que a veces mienten, que son más bonitas que dulces, la acidez también se asume.
>> Podré tener tantos pétalos de claveles, jazmines, gladiolas, tulipanes y rosas como quiera oler. Me ahorré las verdes espinas y ganaré un asedado suelo sobre el que caminar a pies libres.
>> Podré pincelar mis ojos de otoño y coser sus hojas de bienvenida en la vid. Y beberme su vino. Y dejar que el calendario cambie el tono y el matiz. Cada sorbo distinto, cada gota más compleja, de la frescura cardenalicia a la madurez de la teja.
>> Podré comenzar cualquier arco iris, los hermanos menores siempre siguen al primero. Podré ahogar lacras con lacre. Y pedir auxilio si naufrago en el gran azul.
>> Cuando toque volar no me faltarán alas que desplegar. Las más poderosas y fuertes, me dibujaré las del Fénix.
>> Podré hacer de cada dirección prohibida una gigante piruleta con un simple brochazo. Excepto con las de tráfico por supuesto, esas se respetan y punto.
>> Solo con un particular bote de pintura roja. Con el que se pintan la pasión, la sangre, el deseo y la seducción. El carisma y la intensidad. Rojo de fuego, rojo de llamas, rojo de calor.
Por debajo todo es infra rojo. Redundante, ciego para el ojo.
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