[dropcap]L[/dropcap]os profesores Acemoglu –Massachusetts Institute of Tecnology MIT- y Robinson-Universidad de Harvard- publicaron un libro en 2012 titulado “por qué fracasan los países”. Este fue un gran regalo de cumpleaños.
En sus 589 hojas una y otra vez dan la vuelta a los mismos principios: Existen países democráticos y no democráticos que avanzan en su economía, es decir crece su “tarta” y además se reparte entre más ciudadanos. En cambio, otros, no son capaces de generar una economía positiva para todos y los expulsan, la economía que se genera se queda en “pocas manos” o “manos muertas”.
Afirman que los primeros tienen reglas claras de funcionamiento, son inclusivos para la mayoría de sus conciudadanos y foráneos mientras que los segundos se basan en relaciones en las que la cercanía y el “amiguismo” están presentes en la mayor parte de sus transacciones, sean públicas o privadas.
Nosotros, copiando de los buenos, trasladamos estos mismos conceptos a las ciudades, verdaderos puntos de desarrollo en si mismas ya que además de contar con grandes presupuestos públicos y capacidad impositiva, pueden contar con el emprendimiento de sus vecinos y atraer a los forasteros ya que en ellas pueden encontrar un lugar adecuado para hacer rentables sus inversiones a través de normas transparentes que facilitan la competencia.
Diríamos que hay ciudades “inclusivas” y ciudades “extractivas”. Las primeras crecen, las segundas pierden economía global y población.
Ahora, querido lector, ya está usted preparado para opinar si la ciudad en la que vive es “inclusiva” o “extractiva”. Adelante, su opinión servirá para mejorar.
José Luis Blanco
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