[dropcap]U[/dropcap]na de las acepciones que leemos en el diccionario sobre la palabra arteria es a la que se refiere a una calle de una población, a la cual afluyen muchas otras. Esa definición le va como anillo al dedo a la Avenida de Portugal. Contemos su historia.
En el siglo XIX, Enrique García Catalán, en su libro Urbanismo de Salamanca en el siglo XIX, define al terreno que hoy en día ocupa la avenida de Portugal como «una inmensa era despoblada».
El trazado de esta arteria de la ciudad se debe a que por allí pasó la línea del ferrocarril hasta 1954. Como es lógico, la hoy avenida contaba con pasos a nivel. Uno de ellos estaba ubicado en la calzada de Toro, lo que hoy sería el cruce entre María Auxiliadora y la avenida de Portugal. La barrera para proteger a los transeúntes era de gran sencillez, con dos postes clavados en el suelo y una cadena que se enganchaba para cerrar el paso.
El tren circuló por la avenida de Portugal hasta 1954, pero como señalan J. Albarrán y S. Núñez en su artículo La fotografía como herramienta crítica ante la evolución urbanística y arquitectónica de Salamanca: de la posguerra a la Capitalidad Cultura, en 1943 el Ministerio de Obras Publicas aprobó el plan que desviaba el paso del ferrocarril de Tejares por la zona norte de la ciudad. Hasta la fecha la vía dividía Salamanca en dos partes que estaban comunicadas por los puentes situados en el paseo de la Estación, la avenida de Torres Villarroel y los pasos a nivel en el barrio Garrido y la carretera de Ledesma, entre otros.
Entre los años 1868 y 1869, el trazado de la línea de Portugal por el norte, frenará enseguida la expansión urbana en su dirección natural y producirá años después su desvío de forma que sus terrenos generarán una importante vía urbana. No obstante, la ciudad se expande por el norte alcanzado y rebasando la vía del ferrocarril de Portugal, por el noreste, hacia la estación y por el noroeste entre los caminos de Villamayor y Ledesma.
Durante la década de los cuarenta, nació una nueva periferia en Salamanca más allá de la vía del tren que atravesaba la ciudad, que se corresponde con el trazado actual de la avenida de Portugal.
Las obras de desmontaje de las vías finalizaron en 1956, fecha en la que comenzó la venta de los solares. Más o menos por esta fecha se construye la ‘Torre de Salamanca’, el edificio más alto de la ciudad por su altura de cuarenta y cinco metros, con catorce plantas que albergan un total de sesenta y cuatro viviendas. Se trata de un proyecto del arquitecto Francisco Gil González.
Hay una curiosidad sobre las normas urbanísticas de la década de los cincuenta. La que decía que la altura máxima de cada edificio fuera igual al doble del ancho de la calle. Por este motivo, la Torre de Salamanca dispone de una fachada de mayor altura hacía la nueva avenida de Portugal, a diferencia de las laterales, mucho más bajas. En las cuatro fachadas se optó por una organización reticular en el cuerpo central animado en los extremos por unos balcones de planta semicircular, rematados por una terraza a la catalana.
Sesenta años de antigüedad
Al ser una calle de reciente creación, tiene poco más de medio siglo, la avenida de Portugal solo cuenta con un inmueble dentro del catalogado de Edificios de Interés. El bloque está ubicado en el número 42. Su diseño es de Francisco Gil González y fue construido en 1935, con un estilo racionalismo. Es un edificio muy visible por su posición en esquina y como característica singular, tiene un tratamiento de esquina en rotonda sin vuelos.
Como curiosidad, la avenida de Portugal no cuenta con una iglesia en su recorrido, está la de María Auxiliadora, pero su entrada principal se encuentra por la calle a la que da nombre el templo. Tampoco hay colegios. Eso sí, en su trayecto está el inmueble del centro de salud de San Juan, por todos conocido como Sanidad, y al ser la calle más larga de la ciudad atraviesa varios barrios, como el de Garrido, Labradores, Vidal, Oeste o Pizarrales.
Documentación:
‘La fotografía como herramienta crítica ante la evolución urbanística y arquitectónica de Salamanca: de la posguerra a la Capitalidad Cultural’, de Juan Albarrán Diego y Sara Núñez Izquierdo. Universidad de Salamanca.
Urbanismo de Salamanca en el siglo XIX, de Enrique García Catalán.