San Cristóbal, esa gran desconocida

Hace unos 1.000 años el teso de donde se asienta la iglesia de San Cristóbal, que da nombre a la plaza, fue repoblada por los toreses y allí se instalaron también los caballeros del Hospital Hierosolimitano
La Plaza de San Critóbal tiene una antigüedad de casi 1.000 años, los que tiene la iglesia que da nombre a la plaza. Fotos. Pablo de la Peña.

 

La plaza de San Cristóbal.

[dropcap]H[/dropcap]asta los años 80, la plaza de San Cristóbal estuvo abandonada a su suerte. De hecho, Jesús Málaga en su libro Desde el balcón del Ayuntamiento. Memorias de un alcalde, explica que la Plaza de San Cristóbal estaba rodeada de edificaciones ruinosas y de infraviviendas en esos años ochenta del pasado siglo. «Un árbol seco en el centro de una gran extensión de tierra de superficie irregular, una iglesia románica en ruinas y la ermita de la Misericordia degradada trasladaban al paseante al Medievo.Con muy difícil topografía decidimos que para urbanizarla teníamos que convocar un concurso para acertar con el proyecto«, explica el ex alcalde salmantino.

Este concurso se convocó en 1984. Solo se podían presentar arquitectos salmantinos. La reforma de la plaza de San Cristóbal recibió 58 trabajos y lo consiguieron José Luis Solana Prat, Pilar Briales y Ricardo del Amo.

Las obras de remodelación de San Cristóbal costaron 60 millones de pesetas (360.607€). Sus obras y las de rehabilitación de la iglesia se realizaron en 1987. El espacio se distribuyó en dos zonas, una peatonal y otra para el paso restringido de vehículos. Se respetaron las escalinatas, de posible origen medieval. La restauración de la iglesia recibió el Premio Europa Nostra a la protección del patrimonio arquitectónico en el año 2000.

Hace 1.000 años

Retrocedamos en el tiempo. Hace casi 1.000 años, en el 1145 se funda la iglesia de San Cristóbal por la Orden de San Juan de Jerusalén. Este templo tiene una sola nave construida en el siglo XII, con retoques de estilos posteriores. De esta época conserva su ábside central, donde se encuentran localizados los restos de una necrópolis medieval de tumbas antropomórficas, el exterior en el que sobresalen los canecillos, y en el interior parte de la decoración vegetal en el crucero de la iglesia. Ya del siglo XVII se conserva un relieve del Entierro de Cristo, obra de Pedro Hernández.

En 1880 también se intentó despejar el entorno de la cercana plaza de San Cristóbal demoliendo la parroquia de este nombre. Como entonces todavía había culto en ella, el Ayuntamiento solicitó que fuera clausurada para derribarla, lo que finalmente no se hizo.

A finales del siglo XIX se instaló una fuente en la plaza de San Cristóbal que dotaba de agua al barrio.

El principio del siglo XX fue dramático, ya que en 1901 se derrumbó parte del tejado. Se reparó, pero su deterioro fue en aumento. Quizá por ello, el obispo Alcolea, según explican en Salamanca en el ayer, se comprometió a su reparación y en 1918 estableció en ella un colegio de sistema manjoniano. Como centro educativo estuvo hasta los años 60. Después se abandonó hasta la década de los ochenta como hemos señalado al comienzo.

La capilla/ermita de La Misericordia.

La última morada de los reos a muerte

La Plaza de San Cristóbal cuenta también con una ermita, la de La Misericordia, que hasta hace bien poco era una imprenta. Esta ermita se construyó en 1389 con vocación de ser un centro de hospedaje y hospital para romeros, hasta dos siglos después, durante el reinado de Felipe II, cuando se unieron los pequeños hospitales en dos: el Hospital General de la Santísima Trinidad y el de Santa Blanca.

Durante más de 400 años, este antiguo hospital, reconvertido en la ermita de la Misericordia, fue mantenido por cofrades hasta finales del siglo XIX. Allí se prestaba servicio a los presos condenados a muerte. Salamanca en el Ayer señala que la última persona que se atendió allí fue la ejecutada el 25 de septiembre de 1900 en el patio de la cárcel vieja, junto a la iglesia de Sancti Spiritus.

La ermita de La Misericordia fue durante unos años la Casa del Pueblo.

Casa del Pueblo

Esta ermita también sufrió el deterioro desde entonces y así en 1914 se derrumbó el techo. El obispado cedió la ermita y la casa a la Unión Ferroviaria y Federación Obrera para instalar allí la Casa del Pueblo con sus dependencias y un centro educativo para obreros.

Se trata de un edificio catalogado en el Plan General de Ordenación Urbana de Salamanca, con grado de protección Ambiental-A que permite la restauración estructural, el mantenimiento de fachadas, la reestructuración de cubiertas y el mantenimiento de elementos originales.

La espadaña de la portada de esta capilla fue trasladada a la Iglesia Vieja de Pizarrales (de propiedad municipal) en lo que debe considerarse como una descontextualización del patrimonio y una pérdida de la unidad del bien original.

La ermita de La Misericordia.

La Asociación Ciudadanos por la Defensa del Patrimonio solicitó a finales de julio que se inste a la propiedad de la Capilla de Nuestra Señora de la Misericordia a adoptar una serie de medidas que aseguren la conservación de esta edificación, precisamente ahora que carece del uso industrial que venía sufriendo.

La Asociación cuenta que a pesar de haber superado en el año 2012 la inspección técnica, no menos cierto es que ya en el Catálogo del Plan General de Ordenación Urbana se habla de “deterioro absoluto”, “en situación de abandono” y necesitada de una “actuación de consolidación y restauración”.

Las fachadas, lo que queda de la histórica capilla, “padecen una notoria pérdida de material desde hace muchos años motivada por la humedad, tanto del subsuelo, por la urbanización y localización, como de la cubierta, al carecer del correspondiente sistema de canalones y bajantes. Esta situación, de persistir, lleva hacia problemas de estabilidad del paramento, algo que puede y debe ser solventado de forma preventiva”, señala la Asociación.

Esa “despreocupación” por la canalización de las aguas pluviales conlleva que la parte más rica o labrada del edificio, como lo es su fachada principal, también se vea afectada con la progresiva pérdida de elementos decorativos. Agrega que “ese desconocimiento de la propiedad, sumado a la falta de vigilancia por parte del Ayuntamiento hacia la conservación íntegra de la fachada de este bien con catalogación Ambiental-A, ha permitido prácticas inadecuadas como la mezcla de cemento con piedra arenisca”.

Teniendo en cuenta que la Junta de Castilla y León se ha puesto a disposición del Ayuntamiento de Salamanca para colaborar en lo que proceda en aras de conservar o mejorar este bien y que el Ayuntamiento de Salamanca tiene técnicos y herramientas legales a su disposición para instar a la propiedad a mantener este inmueble catalogado en un mejor estado de conservación y a recuperar su dignidad, incluso la posibilidad de restituir la espadaña original al edificio para el que fue concebida, “cabe pensar que sólo se trata de hacer coincidir las voluntades de diferentes administraciones para que esta edificación recupere su esplendor”, afirman desde la Asociación.

Lo cierto es que la plaza de San Cristóbal a la que desembocan la calleja de Pinto y las calles de La Asadería, de Los Bodegones y de Numancia, donde en 1145 el conde Ponce Cabrera, gobernador de la ciudad y el obispo Don Berengario concedieron a los caballeros del Hospital Hierosolimitano fundar, en un extremo del territorio ocupado por los toreses en tiempos de la repoblación, la iglesia de San Cristóbal, es una de las más hermosas de la ciudad y una de las grandes desconocidas.

Documentación.
Callejero Histórico Salmantino, de Ignacio Carnero.
Desde el balcón del Ayuntamiento. Memorias de un alcalde. Jesús Málaga.
salamancaenelayer.com
Urbanismo de Salamanca en el siglo XIX, de Enrique García Catalán.

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