La Junta de Tratamiento clasificó al exduque de Palma, Iñaki Urdangarín, en el segundo grado penitenciario el pasado 9 de agosto con el que continuará cumpliendo condena en la cárcel de Brieva (Ávila). El órgano tenía un plazo de dos meses desde el ingreso de Urdangarín para su calificación, que se cumplía el día 17 de agosto, informaron a Ical, fuentes de Instituciones Penitenciarias. Su abogado estudia pedir un permiso especial en Navidad y podría tener su primer permiso ordinario en 2019.
Las mismas fuentes explicaron que el exduque de Palma, recibió su clasificación como se hace de forma habitual con todos los presos que ingresan en prisión. “Esto es habitual, todos tiene que ser clasificados de una u otra manera”, indicaron, para señalar que este grado es “el ordinario y el mayoritario” entre la población reclusa.
Asimismo, comentaron a Ical, que esta situación se revisará cada seis meses, aunque “un preso penado sólo puede solicitar permisos penitenciarios a partir de haber cumplido una cuarta parte condena”. Otra cosa es lograr el tercer grado, que debe ser clasificado por la Junta de Tratamiento y que supone un “régimen de semilibertad, en el que salen por las mañanas, a trabajar o estudiar”.
Iñaki Urdangarín ingresó el pasado 18 de junio en la prisión de Brieva, en la provincia de Ávila, para cumplir la condena de cinco años y diez meses que le impuso el juez por prevaricación continuada y malversación, tráfico de influencias, fraude a la Administración y dos delitos fiscales.
Iñaki Urdangarín está «perfectamente adaptado» a las rutinas de la prisión después de dos meses cumpliendo condena, si bien «al principio le costó acostumbrarse porque es una forma de vida muy distinta» a la que cualquier persona mantiene cuando está viviendo en libertad, apunta José Manuel Couso, del Sindicato de Prisiones de CSIF.
La soledad es, de hecho, lo que peor lleva Urdangarín de su estancia en prisión, ya que al ser el único ocupante del módulo de hombres de Brieva únicamente «se relaciona con dos funcionarios al día» de forma permanente, aunque también recibe visitas periódicas del psicólogo, la trabajadora social, el médico o el capellán del centro penitenciario.
Es una presa quien se encarga de llevarle la comida «tres veces al día», pero «tienen prohibido mantener conversación alguna, al margen del saludo y la depedida», por lo que «no interacciona con nadie», únicamente con los familiares que acuden a visitarle a través de las «comunicaciones regulares, que sí ha tenido» pese a que son muy pocas las fotografías que dan fe de esas visitas aun habiendo fotógrafos apostados a las puertas de la prisión de forma habitual.
El personal de la prisión de Brieva que ha mantenido contacto con el marido de la Infanta Cristina le define como «una persona muy educada en el trato» que, como al principio de su condena, sigue dedicando la mayor parte de su tiempo libre a «hacer deporte en un pequeño gimnasio» habilitado en el módulo masculino y a «ver la televisión», detalla Couso.
Asimismo, también invierte «algo de tiempo» en la lectura y por el momento no se ha matriculado en ningún tipo de actividad formativa a distancia, tal como en su día hizo Luis Roldán, exdirector general de la Guardia Civil, que cumplió condena en ese mismo módulo, donde se llegó a licenciarse en Derecho por la UNED.