El mayorazgo de Diego Maldonado

Edificio de Cruz Roja en calle Prado.
Edificio de Cruz Roja en calle Prado.

[dropcap type=»1″]A[/dropcap]ntes de morir, Diego Maldonado dejó establecido un mayorazgo para su hija en el que quedaron vinculadas sus propiedades y, por supuesto, la casa de la plaza de San Benito. En la escritura donde se establecía el mayorazgo dejó especificado el orden de sucesión para poder disfrutar de la herencia de su hija. En el caso de de que ésta muriese sin descendencia, se debían vender la casa y sus heredades, y el importe de la venta dedicarlo a conceder dotes para doncellas casaderas.

Ana Maldonado murió sin descendencia, pero no se respetaron las cláusulas del mayorazgo. Las heredades y la casa pasaron a otras líneas sucesorias. Diego Maldonado compró dos arcos para panteón familiar en la iglesia de San Benito, pero él sería enterrado en la capilla del Colegio del Arzobispo Fonseca. Una de esas sepulturas estaba destinada para su hermano mayor, Pedro Maldonado, y la otra para los sucesores del mayorazgo. A finales del siglo XVII los sepulcros fueron ocupados por Antonio Maldonado Bracamonte y su mujer, Catalina Vela Girón y Guzmán.

Ana Maldonado vivió en la casa de su padre hasta su muerte, acaecida en 1572. Heredaron el mayorazgo los descendientes del hermano mayor de Diego, concretamente, su nieta María Maldonado.

Al no poderse vender ni fragmentar los mayorazgos, los varones mayores del linaje fueron acumulando con el tiempo poder económico y político. Pero no siempre fue así, en la línea cronológica de sucesores del camarero hay descendientes que acabaron arruinándose.

En 1836 y 1841 se aprobaron leyes para derogar los mayorazgos y vender sus propiedades. Así lo hizo María Dolores Pizarro Ramírez, que vendió el palacio de la plaza de San Benito el 14 de octubre de 1858 a Fulgencio María Tabernero. Después pasó por varios propietarios hasta que en 1865 el palacio quedó dividido en dos dependencias: la de la calle del Prado y la de Juan del Rey. En 1924, la Cruz Roja compró la primera de ellas a Rafael Martín Hernández.

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