[dropcap]E[/dropcap]ra la huerta del convento de San Elías, del que queda la iglesia del Carmen, y desde hace 180 años es la Plaza de la Libertad, gracias a la desamortización de Mendizábal.
Antes de ajardinarse, precisamente ahora se cumplen los 180 años, la Plaza de La Libertad, con un diseño de José Secall, y sus alrededores albergaron una plaza de toros. A lo largo de su historia ha tenido otro nombre, Onésimo Redondo, uno de los fundadores de las JONS, muerto en la primera semana de la Guerra Civil, pero en 1979, por decreto recuperó la ‘Libertad’.
Ignacio Carnero en su libro Callejero Histórico de Salamanca cuenta que la plaza de la Libertad «conmemora el estado o condición de quién no es esclavo, por cuanto en la cual, en julio de 1869 y en memoria de la batalla de Los Arapiles y de la Revolución de septiembre del año anterior, o La Gloriosa que derribó la monarquía de Isabel II, fue eregida una sencilla columna dórica, coronada por un león rompiendo las cadenas que oprimían el escudo de España, obra del malogrado Nicasio Sevilla Sánchez, pero que tan sólo tuvo alrededor de un lustro de duración».
Como ‘hermana’ pequeña de la Plaza Mayor, también heredaba los adornos que ya no le servía. Así, a principios del siglo XX, -1921- la plaza de la Libertad ‘acogió’ los bancos que se eliminaron del Ágora central. Son los bancos corridos que se pueden ver hoy en día, con respaldo de forja.
Además, esta plaza estaba adornada con una fuente, que aún se conserva, y una linotipia retirada del El Adelanto, que nadie conoce su paradero.
Sus escoltas
La plaza de la Libertad está ‘escoltada’, nunca mejor dicho, por la calle Espoz y Mina. Francisco Espoz y Mina era un general navarro que luchó en la Guerra de la Independencia. Y, la calle Concejo, una de las más antiguas de la ciudad. Estaba mucho antes que la Plaza Mayor, de hecho parte de la calle Concejo transcurría por ella, ya que se denominada así porque conducía a la Casa Consistorial del siglo XV en Salamanca, ubicada en aquella época en la plaza de San Martín.