El Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) publica su informe sobre limitar la temperatura global por debajo de 1,5 ºC, cuyas conclusiones alertan de que “con la trayectoria de emisiones actuales y cumpliéndose los compromisos de los países hay un muy alto riesgo de superar un incremento de la temperatura global superior a 1,5 ºC respecto a los niveles preindustriales”. Añade que de cumplirse estos compromisos esa temperatura se superará en torno a 2040.
Ecologistas en Acción hace público su balance completo del texto y señala que los resultados de este informe cuestionan que los gobiernos estén a la altura. Urge a una actuación inmediata y mucho más ambiciosa.
El informe señala con claridad la vulnerabilidad de la región mediterránea: “Mantener el incremento de la temperatura global en 1,5 ºC frente a los 2 ºC reduce el estrés en los recursos globales de agua sobre el 50 % (relativo a la década 1980-2009), y especialmente reduce el estrés en la región Mediterránea”.
Este informe debería urgir a los gobiernos a actuar. Como primer paso es necesario que se reconozca la necesidad de alcanzar emisiones globales netas 0 en 2045, de forma que los países más industrializados como España deberían alcanzarla antes de 2040.
Según los datos aportados por el investigador Sergio Vicente Serrano, del Instituto Pirenaico de Ecología-CSIC, al informe del ‘Comité Clivar’ sobre el clima de la Península Ibérica, la tendencia de aumento de la temperatura anual para toda Castilla y León es de 0,2 ºC por década, con un crecimiento mayor en las provincias de Salamanca y Burgos y menor en la de León.
Uno de los impactos que ya se ha hecho notar son los cambios en el ciclo del agua. Se espera que las precipitaciones extremas sean frecuentes, las zonas áridas recibirán menos lluvias y se acentúen diferencias entre estaciones. Lo explica profesora de la Universidad de Salamanca Concepción Rodríguez Puebla, que precisa que, por ejemplo, es lo que ha ocurrido el año pasado con la cosecha de cereal de invierno, cuya reducción “llegó a ser superior al 80% en Castilla y León”, o con la primavera y el verano, caracterizados por una gran escasez de lluvia y altas temperaturas.
En la provincia de Salamanca el cambio climático afectará a importantes sectores como la agricultura y la ganadería. Provocará una reducción de las precipitaciones y de las reservas hídricas en pantanos, así como una mayor frecuencia de eventos climáticos extremos. Se espera que estos cambios lastren la productividad de los cultivos y que el rendimiento de los mismos varíe cada vez más de un año a otro.
Por otro lado también se verán afectados nuestros bosques. Según investigaciones recientes, el bosque mediterráneo va sufrir mucho más las consecuencias del cambio climático que el matorral propio de este ecosistema. En unos 100 años este paisaje se transformará y será predominantemente de matorral, puesto que las especies arbóreas típicas de nuestra zona (encinas, madroños, alcornoques…), que tardan más años en producir semillas y cuyas semillas además son alimento de muchas especies, irán desapareciendo. Esto implicará consecuencias también para la propagación de incendios, previsiblemente más frecuentes con la subida de temperaturas.
En lo que se refiere a nuestros espacios naturales protegidos y nuestra biodiversidad, los cambios en la fenología de muchas especies son ya muy bien conocidos (adelanto en la migración de aves, en la floración y germinación de plantas o en las fechas de puesta de peces), así como las alteraciones de la dinámica demográfica (cambios de abundancia, en la estructura de edades o el reclutamiento de muchas poblaciones). Las variaciones en los patrones de distribución de especies y hábitats, siguiendo los cambios climáticos, tanto en altitud como en latitud, están entre los fenómenos más estudiados.