La esperanza de vida ha aumentado notablemente en las últimas décadas y este incremento ha transformado profundamente la sociedad. Para debatir sobre ello, el científico Tom Kirkwood, director del Instituto de Envejecimiento y Salud de la Universidad de Newcastle, ha visitado Salamanca este martes.
Gracias a los nuevos hábitos de vida, los seres humanos pueden vivir ahora más años. Este hecho cambia totalmente la percepción de la vida de una persona, así como todo el paradigma social. Las personas mayores exigen cierta calidad de vida, lo que se traduce en un cambio político debido a los gastos que ello conlleva. En España, además, este incremento se da al mismo tiempo que un vertiginoso descenso de la natalidad.
Óscar González, director de la Fundación General de la Universidad de Salamanca, y el periodista José María Calleja, moderador del debate, han acompañado este martes al científico Tom Kirkwood para analizar el envejecimiento poblacional desde este punto de vista bajo el título «¿Por qué y cómo estamos viviendo más tiempo?».
Esto se enmarca dentro de la actividad Conversaciones en Salamanca como parte de la conmemoración del VIII Centenario de la Usal, donde participan varios investigadores de primer nivel para transmitir los últimos avances en sus materias, así como diferentes comunicadores reconocidos que conducirán los debates.
Que cada vez vamos a vivir más es un hecho, pero no está tan claro que este incremento de la esperanza de vida se acompañe de calidad. Las personas mayores son más propensas a padecer diferentes enfermedades que surgen a raíz del desgaste del cuerpo. Para Kirkwood, esto es una «triste realidad»: vivimos más, pero conviviendo con enfermedades y problemas.
No obstante, después de interrogar a numerosas personas mayores sobre este tema, el científico extrajo la conclusión de que sí, «merece la pena estar vivo» a pesar de todo, lo que supone una paradoja.
Cabe añadir que esta transformación social tiene sus consecuencias. Para Kirkwood, ciertos políticos son conscientes de ello y se obsesionan con, por ejemplo, el mantenimiento de las pensiones. Pero él sostiene que «el envejecimiento no trata solo de costes». Se ha probado que el aumento de la esperanza de vida trae consigo impactos positivos y mejoras económicas.
«No son todo malas noticias», señala, pues las personas mayores tienen un valor positivo en muchos aspectos. Es cierto que perciben una pensión, pero también consumen, gastan y pagan sus impuestos.
Calleja subraya que este hecho en España se acompaña de un descenso de la natalidad, lo que genera la creación de una sociedad «descompensada». Si bien es cierto, como considera el investigador, no son las mismas causas. Para él, se trata de un debate distinto y habría que analizar por qué los jóvenes tienen menos hijos de media.
Estadísticamente, las mujeres viven más que los hombres. En este sentido, Calleja preguntó a Kirkwood por «comportamientos machistas». Biológicamente, las mujeres gozan de un sistema que se repara y conserva mejor. A esto se le suma que, tradicionalmente, seguimos viviendo conforme a esos estereotipos que sitúan a la mujer al cargo del hogar y «ha llegado el momento de cambiar», señaló Tom Kirkwood.
Este aumento de los años de vida de las mujeres también traen consigo algo negativo: la soledad. Para el investigador, este es «uno de los grandes asuntos» del envejecimiento y cree que «como sociedad, deberíamos estar avergonzados».
La sociedad tiende a discriminar a las personas mayores y a verlas como una carga o como personas sin importancia. Esto desemboca en una falta de atención cuya consecuencia es el aislamiento y la soledad.
Esto genera que, si las personas mayores no mantienen relación con su entorno, pueden comenzar a sufrir determinados problemas físicos y psicológicos. Para Kirkwood, la salud mental es muy importante y, además, necesitamos reconocer la individualidad de las personas mayores.
Como conclusión, el científico señaló que el aumento de la esperanza de vida se debe a unas condiciones de vida más agradables que conllevan menos deterioro. En general, es una combinación de factores. No obstante, la gran pregunta es: ¿cuánto puede continuar? El récord se sitúa en los 122 años y, para Kirkwood, puede que se consiga vivir más, pero es algo que no se puede asegurar. Vivimos más, sí, pero no para siempre.