La Audiencia Provincial de Salamanca ha acogido este martes el juicio contra D.R.A., de 19 años, por un presunto delito de agresión sexual a una chica que, por aquel entonces, aún era menor de edad. Según la acusación, cuando la joven estaba en estado de embriaguez, él la arrastró hasta una caseta y la obligó a masturbarle y hacerle una felación.
Los hechos se remontan a mayo de 2017, cuando ambos se encontraban en las fiestas del municipio de Santa Teresa. No se conocían de nada, pero coincidieron en una peña porque tenían amigos en común. Todo comenzó cuando, al salir de la peña, alguien puso música en un coche y comenzaron a bailar. La presunta víctima, actualmente de 18 años, asegura que el acusado se le acercó con ánimo de bailar, le «perreó», pero ella no estaba interesada.
Más adelante, él consiguió el número de teléfono de la joven y le escribió un mensaje: «Vente para acá ahora. Vamos a dar una vuelta». Ella no respondió. Pese a que había bebido poco, se encontraba muy mal y manifestó su deseo de regresar a la casa de sus abuelos.
Debido al malestar, se ve incapaz de abrir la puerta. Es en ese momento cuando la presunta víctima asegura que se quedaron solos y él intentó apartarla de la puerta cogiéndola de la cintura. Después la cogió en brazos totalmente y ella pataleó, por lo que la soltó y la dejó en el suelo, desde donde la arrastró cogiéndola del brazo.
El presunto agresor llevó a la chica hasta la caseta de la báscula del pueblo. Ella insiste en que se negó en todo momento e intentó salir, gritando y golpeando las paredes, pero él se interponía ante la puerta. Allí la obligó, según su relato, a masturbarle y hacerle una felación.
Finalmente, la dejó ir y ella regresó sola hasta su casa, momento en el cual le escribió un mensaje a su abuela: «yaya, no puedo abrir, estoy en el invernadero».
Lo expuesto por la denunciante concuerda con lo testificado por su abuela. La testigo asegura que leyó el mensaje a la mañana siguiente, al levantarse, cuando su nieta ya estaba en casa. Vio que su ropa estaba sucia, con manchas «como de arrastre», por lo que la echó a lavar y abroncó a la joven por haber bebido.
Sin embargo, la chica aseguraba que solo había bebido una copa y media y su abuela la había notado más nerviosa de lo habitual. La joven manifestó la sospecha de que le habían echado algo en la bebida.
Por su parte, D.R.A., de 19 años y trabajador en un matadero de Guijuelo, niega lo sucedido. Sostiene que fue consentido en todo momento y que ambos fueron por su propio pie a la caseta con la intención de mantener relaciones. «Yo en ningún momento obligo a nadie», aseguró durante el juicio, «íbamos con intención de liarnos».
No obstante, su declaración estuvo cargada de contradicciones. No supo responder si hubo felación o si, tan siquiera, estuvo inicialmente interesado en ella. Al final, asegura que «ella se fue. Yo me quedé ahí, acabé y me fui», y no se volvieron a ver.
Otros conocidos de ambos que estuvieron en las fiestas de Santa Teresa aquella noche aseguran que no vieron nada preocupante y que les vieron caminando juntos hacia la casetas. También afirmaron que «no hubo tiempo material» para hacer lo que la presunta víctima dice, pues solo pasaron unos 15 minutos.
El Ministerio Fiscal pide para él ocho años de prisión por agresión sexual, así como una orden de alejamiento de la demandante y el pago de una indemnización de unos 15.600 euros.