La Audiencia Provincial de Salamanca ha acogido este lunes el procedimiento judicial contra A.G.M. por obligar presuntamente a su sobrina menor de edad a masturbarle en repetidas ocasiones en Espino de la Orbada. Al parecer, esto también lo hizo con su hermana mayor, pero toda la familia las tacha de «mentirosas» y de denunciar por razones económicas.
El acusado, A.G.M., de 67 años, se enfrenta a 3 años de cárcel por delito de abusos sexuales y otro año más por delito de exhibicionismo, además de una orden de alejamiento contra la denunciante y el pago de una indemnización de 8.000 euros.
Cuando la presunta víctima tenía apenas 7 años, cuenta que su tío la llevó hasta el garaje de su vivienda, en el municipio de Espino, donde se bajó los pantalones enfrente de ella. Como ella no reaccionó, «cogió mi mano e intentó que le masturbara», narró durante el juicio. «No sabía dónde meterme, me sentía super mal, super sucia«.
La denunciante estaba visiblemente afectada durante el juicio, apenas había podido dormir durante la noche anterior y sentía nauseas debido a los nervios. A sus 22 años, recuerda perfectamente que esos abusos se fueron dando en repetidas ocasiones hasta el año 2012. Según ella, el acusado aprovechaba los momentos en los que su tía estaba fuera para hacerle tocamientos.
Había días que aprovechaba el mantel de la mesa para ocultarse, cogerle la mano a la niña y obligarla a tocar su miembro. Llegó, incluso, a hacerlo delante de dos amigas de la víctima. Fue en el año 2012, cuando ellas tenían 16 años. Se bajó los pantalones y se masturbó delante de ellas hasta eyacular. Fue ese el día en que decidieron contarlo, pero sus padres no hicieron nada por el miedo al qué dirán.
La chica recordó que, poco a poco, fue contando lo sucedido, pero que antes no lo había hecho porque era pequeña y «yo no quería ser como esas niñas que salían en las noticias». No obstante, siempre le afectó. Desde los 10 años empezó teniendo crisis de ansiedad y, posteriormente, el psiquiatra le diagnosticó depresión y le recetó medicamentos fuertes.
Era ya mayor de edad cuando se atrevió a dar el paso. Cuando se lo contó a su hermana, esta admitió que ella también había sufrido esos abusos por parte de su tío y jamás lo había querido contar. A partir de ese momento, la relación con la familia se deterioró. Las acusan de mentirosas, de que solo buscan beneficios económicos. «Éramos como las guarras del pueblo», contó. En este contexto, se han dado agresiones por parte de otros miembros de la familia, insultos, amenazas… Excepto sus padres, nadie las cree.
Por su parte, el acusado lo niega rotundamente. «Mentira, mentira, mentira», insistió ante las preguntas del Ministerio Fiscal, señalando que lo que sostiene el relato de la acusación no había sucedido «jamás». A.G.M. sostiene que su sobrina está haciendo todo esto «por hacer mal a la familia» y por dinero. Finalmente, se negó a responder a las preguntas de la abogada de la acusación.