«¿Tiene que morir una persona importante para cambiar la Ley?»

Más de 100 personas claman en Zamora por el endurecimiento de la Ley del Menor mientras se juzga a un joven de 16 años por el asesinato de una mujer de 33
Juicio contra el menor acusado de matar a una joven de 32 años en Castrogonzalo (Zamora). Foto. J. L. Leal / ICAL/Archivo

 

[dropcap]L[/dropcap]a primera helada del invierno en la capital zamorana coincidió este jueves con la mezcla de tristeza, soledad e ira que rezumaba la previsión del juicio contra un menor que mató en Castrogonzalo (Zamora) hace más de medio año a Leticia Rosino, una joven de 33 años.

 

Juanma de Saá/ ICAL.  Desde que la joven fue encontrada muerta y con evidentes signos de violencia, en la madrugada del día 3 del pasado mes de mayo, hasta hoy, los familiares y amigos de Lety, como se conocerá siempre a la joven, no han cejado en su empeño de que el poder legislativo tome cartas en el asunto para endurecer todo lo posible la Ley del Menor, con la esperanza de que no vuelvan a producirse delitos tan repugnantes y destructivos para la esencia misma de la sociedad.

Juicio contra el menor acusado de matar a una joven de 32 años en Castrogonzalo (Zamora). Fotos. J. L. Leal / ICAL

Desde primera hora de la mañana, la calle Regimiento Toledo, donde se encuentra el Juzgado de Menores, registró mucho movimiento. Ya se había advertido desde anoche la prohibición de estacionar vehículos, ante el anuncio de la protesta convocada en torno al suceso.

El menor llegó al Juzgado pasadas las nueve de la mañana, ataviado con un pantalón vaquero azul y una sudadera gris con la capucha ocultándole el rostro y con un dispositivo de protección que no le impidió escuchar los estentóreos gritos de «asesino» proferidos por más de cien personas que le esperaban. Uno de los presentes se zafó por un instante para intentar salvar el perímetro policial pero los agentes lo impidieron de inmediato.

«¡Que cambien las leyes! Para cambiar la ley ¿tiene que morir una persona importante? ¿Es que no somos importantes los de los pueblos? ¿No tenemos vida? Encima de que ya hay poca vida en los pueblos», espetó una joven a voz en grito. «No es un menor, es un asesino. Si con 16 años tiene estas ideas, cuando salga, con 24, mata a todo el mundo. No va curarse, no, porque está comprobado que un violador no se cura, no se cura. Está comprobado por todos y va a salir más endurecido, más criminal, ¡peor!», añadió.

Juicio contra el menor acusado de matar a una joven de 32 años en Castrogonzalo (Zamora). Foto. J. L. Leal / ICAL

La sensación de que el horrible crimen cometido no será compensado por ninguna pena impuesta por el juez flotaba en el ambiente. «Ahora, los padres, su hermano y su novio, sufriendo. Y él, en la cárcel. Cuando salga, va a seguir haciendo lo mismo porque ¿sabéis qué? siempre va a ser un violador, y siempre va a ser un asesino, siempre, siempre…», repitió, con el gesto desencajado, una adolescente, amiga de la víctima. «No tiene derecho a romperle así el corazón ni a su novio ni a su familia ni a nadie. Es un asesino. Siempre lo va a ser, siempre. Un asesino y un violador. ¡Queremos justicia! ¡Justicia por Leticia y por toda las mujeres que han sido violadas y asesinadas! ¡Por todas, por todas!», vociferó.

Ocho años y cinco de libertad vigilada

A la espera de lo que rubrique la autoridad judicial, una pena de ocho años en régimen cerrado y cinco de libertad vigilada se antoja más que escasa para una sociedad «harta de que salga tan barato quitar la vida a personas inocentes», según expuso, con gran serenidad, una amiga de la familia.

Ni siquiera sirve para enjugar las lágrimas y atenuar la rabia que durante esos cinco años de libertad vigilada se añada una orden de alejamiento de Castrogonzalo y Tábara, las localidades de donde son los padres y el novio de Leticia ni, mucho menos, una indemnización de cerca de 230.000 euros pedida también por la acusación. «En trece años podría volver a la calle», señaló el abogado de la familia, Miguel Ángel Martín Anero.  «Evidentemente, en el tema de la Ley de Menores, por vía de ejecución, pueden modificarse, incluso, las penas. Yo confío en que la sentencia sea la pena máxima, que es lo que hemos pedido nosotros», rubricó.

Juicio contra el menor acusado de matar a una joven de 32 años en Castrogonzalo (Zamora). Fotos. J. L. Leal / ICAL

Durante el juicio, en el que también declararon los forenses y los guardias civiles que hicieron la reconstrucción de los hechos y los que participaron en los inicios de la investigación, el joven reconoció haber cometido la agresión sexual y el asesinato,  según explicó Martín Anero.

Igualmente, se discutió la autenticidad de todas las cuestiones, entre ellas, si el menor cometió los delitos en plenas facultades. «Las tenía y así lo han dicho los forenses», aseguró el abogado. «Las pruebas de toxicología han venido clarísimas, no se han negado», rubricó.

Mientras tanto, junto al perímetro policial, las personas concentradas, procedentes en su mayoría de Castrogonzalo, Benavente y Tábara, donde nació Leticia, lanzaron constantes consignas, especialmente «No es un menor, es un asesino» y «¡Es un asesino, no es un error!», y mostraron pancartas en las que se podía leer «Reforma de la Ley del Menor, ¡ya!»,»Queremos justicia», «Lety: tu sonrisa es nuestra fuerza», «Lety, siempre te recordaremos», Los trastornados, encerrados», «No más corazones rotos. No más corazones de luto», «De camino a casa, quiero ser libre, no valiente», «Justicia para Lety» y «¿Quién tiene que morir para que cambiéis las leyes?».

Familia

La madre de Leticia, Inmaculada Andrés, con una serenidad remarcable, recalcó que prefería no ver, tan siquiera, al asesino de su hija, al que acusó de no tener sentimientos, en coincidencia con las observaciones sobre la «frialdad» que se le atribuyó desde que se tuvo conocimiento del asesinato. «La tenía vigilada, le hacía un seguimiento y sabía lo que iba a hacer. Lógico. La violación, sí. Después, no podía dejarla viva. Es un pueblo pequeñito, le conocían y no pudo hacer nada. Entonces, tenía que terminar así y él sabía lo que hacía», afirmó.

«Creo que no tiene sentimientos. Si tiene algún tiempo libre, que lo tendrá, que recapacite lo que ha hecho, que piense. Seguiremos luchando. De hecho, tenemos mucho que pelear y vamos a seguir moviéndonos. Tiene que cambiar la Ley. No vamos a adelantar nada por ella pero sí por todas las demás. Es que cada día hay casos, están saliendo casos nuevos y no hacemos nada, con eso de que son menores e intocables. Y no tiene que ser así», agregó.

Juicio contra el menor acusado de matar a una joven de 32 años en Castrogonzalo (Zamora). Fotos. J. L. Leal / ICAL

Igualmente, dedico unas palabras a la situación por la que puede pasar el novio de Leticia, David Alonso, cuando el menor cumpla la pena que se le imponga. «Yo tengo la gran suerte de no vivir en el pueblo pero David tiene allí su casita, están allí sus padres, se cruzan con ellos todos los días y eso no es fácil de llevar», dijo.

Por su parte, el tío carnal de Lety, Santiago Andrés, voz visible en la mayor parte de las intervenciones mediáticas desde el suceso, consideró «brutalmente dura» la jornada de hoy. «Especialmente para mi hermano y mi cuñada y el novio. Espero que no hayan tenido que verlo cara a cara, más que nada porque, en definitiva, no se va conseguir nada más», indicó. «La Ley del Menor, por desgracia, es la que es, salvo esos ocho años que, de cualquier manera, le van a caer y los cinco de libertad vigilada. Y se ha acabado. Entonces, no hay nada que hacer y, por lo tanto, espero que no tengan que pasar todavía más por el trago de tener que ver cara a cara a ese monstruo, porque es un monstruo», aseguró.

Fundación Leticia Rosino

Para abanderar la lucha por el endurecimiento de la Ley del Menor y evitar, en la medida de lo posible, que más mujeres sufran la violencia que acabó con la vida de la joven, se ultiman los detalles para crear la Fundación Leticia Rosino. «Nuestro principal objetivo va ser cambiar la Ley y, desde luego, vamos a dar guerra y lata no por mi sobrina, que ya no va a volver, pero sí por evitar que haya más Leticias Rosino y que haya más personas, más mujeres que tengan que sufrir este trance y más familias que pasen por ello», subrayó Santiago Andrés. «El problema es que el asesino está con toda la delicadeza del mundo. No se le puede tocar, no se le puede ver, se va traumatizar, probablemente, y eso no puede ser porque es menor. ¡Pobrecito! ¿Y la familia? ¿Alguien, a nivel político, desde el primer momento hasta hoy, ha hecho algo? Ni siquiera se han puesto en contacto con la familia. Para nada. Les importa un bledo», criticó.

La Fundación recogerá todas las firmas posibles en pos del cambio de la Ley del Menor. «Eso es lo que vamos a hacer con todas las fuerzas. Hoy, precisamente, está aquí la madre de Sandra Palo, que nos está acompañando en cada momento duro de los que estamos teniendo, como el de hoy, que es especialmente duro. Ha tenido la delicadeza de venir desde Madrid exclusivamente a estar con nosotros, cosa que, desde luego, le agradecemos infinitamente», comentó Andrés Fresno. «El resto, igual, estamos con el resto de asociaciones o fundaciones, que estamos empezando porque es un tema que nos cae grande porque, lógicamente, no teníamos ni puñetera idea y nos está costando pero lo vamos a conseguir», puntualizó.

Juicio contra el menor acusado de matar a una joven de 32 años en Castrogonzalo (Zamora). Fotos. J. L. Leal / ICAL

Algunos de los manifestantes, visiblemente afectados por la situación, gritaban con la voz rota, con la esperanza de que el menor escuchase desde el interior del Juzgado la protesta. «¡Que no salga nunca! Estas personas no pueden salir», gritó una chica. «Que nos lo dejen a nosotros, que con dos minutos tenemos más que suficiente», dijo, con voz queda, un joven, despertando el asentimiento de parte del grupo.

«Cuando él cumpla su condena, saldrá con un expediente limpio y nunca rezará que ha matado a Leticia, como pasó en el caso de mi hija y ha pasado en otros casos. Y hay que luchar por eso, tenemos que luchar para que esos expedientes no se queden en blanco», destacó María del Mar, la madre de Sandra Palo, joven asesinada hace más de quince años por un grupo de menores de edad.

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