[dropcap]A[/dropcap]na Martínez Gil, investigadora del Centro de Investigaciones Biológicas (CIB, centro del CSIC), impartió una charla en la Casa de las Conchas: ‘El Alzheimer’, basada en su libro homónimo y abierta a todos los públicos.
JPA/DICYT. El equipo de Ana Martínez Gil trabaja en el desarrollo de fármacos innovadores que puedan ralentizar o desacelerar la muerte progresiva de neuronas que conlleva esta demencia. “Nos queda mucho por saber, pero hemos avanzado”, afirmó en declaraciones a DiCYT. “No hace tanto que los neurólogos están diagnosticando alzhéimer”, una enfermedad que se descubrió a comienzos del siglo XX, pero se reclasificó en 1980.
En su opinión, tal y como suele decirse, el alzhéimer es la epidemia del siglo XXI. “Hay que tener en cuenta que es una enfermedad que está asociada a la edad, ya que el mayor factor de riesgo es cumplir años, y afecta a más del 50% de las personas mayores de 85”, comenta.
El reto demográfico
En este sentido, el gran aumento de la esperanza de vida en España puede tener una repercusión muy importante en las cifras. “A principios del siglo XIX estábamos en 42 años y actualmente, en 85. Esto quiere decir que tenemos un gran número de pacientes. Además, dicen los demógrafos que para 2050 viviremos 100 años, por lo que se estima que más de 80 millones de personas padecerán alzhéimer en el mundo para esa fecha. Esto requerirá también millones de cuidadores, por lo tanto creo que se puede hablar de una gran epidemia salvo que se consiga un fármaco que frene, retenga o ralentice la pérdida de neuronas del hipocampo y de la corteza, que son las que afectan a la memoria a corto plazo en las primeras fases y a la memoria final y a la desorientación de todos los recuerdos en las fases más avanzadas”, agrega.
Varias líneas de investigación en fármacos
Precisamente, en lograr esos fármacos vuelca sus esfuerzos Ana Martínez Gil. “Desarrollamos fármacos innovadores para muchas enfermedades neurodegenerativas y, en concreto, para el alzhéimer tenemos dos o tres líneas de investigación en función de la diana farmacológica que intentamos modificar”.
Uno de sus mayores logros fue llevar hasta fases clínicas un fármaco que tenía indicios de eficacia. Sin embargo, la llegada de la crisis económica frenó esta línea de investigación, que se canalizaba a través de una empresa que tuvo que cerrar. No obstante, “actualmente se está reposicionando y es probable que pueda ser aprobado para otras patologías relacionadas con deterioro cognitivo en los próximos años”.
La proteína tau parece ser clave para el desarrollo del alzhéimer. Cuando se encuentra alterada, se acumulan sustancias como el beta-amiloide, que acaban provocando la enfermedad. “Nuestro primer fármaco actuaba sobre la proteína tau y, además lograba evitar la muerte neuronal y disminuir la inflamación, así que atacaba gran parte de la patología biomolecular relacionada con este problema”, destacó.
Enfermedad compleja y multifactorial
Sin embargo, «la enfermedad es compleja y multifactorial, no la podemos reducir al funcionamiento de una sola proteína, así que seguimos buscando dianas moleculares que estén implicadas en muchos mecanismos». En cualquier caso, “nuestros fármacos son neuroprotectores y eso es lo importante, que las neuronas no se mueran, y algunos incluso han demostrado capacidad regenerativa».
Por eso, la científica del Centro de Investigaciones Biológicas se muestra optimista. “Si no confiara en que la investigación que llevamos haciendo desde hace muchos años llegara a los pacientes, creo que no tendría motor para seguir trabajando y llevo más de 32 años en este campo. Queremos que llegue a la sociedad como un medicamento disponible en las farmacias y luchamos por ello. Estoy segura de que mis nietos lucharán contra otras cosas, pero ésta la tendrán más controlada”, declaró.
Una detección más temprana
Además, aparte de la investigación farmacológica encaminada a proteger a las neuronas, recordó que existen otras aproximaciones para combatir el alzhéimer. “Se va a empezar a detectar mejor gracias a algunos biomarcadores en sangre y gracias a ello podremos contar antes con algunas terapias neuroprotectoras”, destacó.
Esta actividad, presentada por el director del Instituto de Neurociencias de Castilla y León (INCYL), Manuel Sánchez Malmierca, forma parte del Ciclo de Conferencias ‘Qué sabemos de…’, que ha organizado el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (IRNASA-CSIC) a lo largo del mes de noviembre.