[dropcap]E[/dropcap]l miércoles 28, en la noche, estuve en el Palacio Real, en la recepción y cena de Felipe VI al Presidente de China. Un encuentro de indudable interés, empezando por el discurso del Rey, que hizo una muy interesante referencia al año en que se cumplen cuatro siglos de Diego de Pantoja en China. Nuestro mayor sinólogo de todos los tiempos, compañero del también jesuita, italiano, Mateo Ricci, los dos primeros europeos que entraron en la Ciudad Prohibida de Pekín, y que tuvieron una magnífica relación con el emperador Wan Li, de la Dinastía Ming, en el momento más excelso del poderío y sabiduría de la China confuciana. Cuando el Celeste Imperio era la mayor potencia económica del mundo, con su doctrina confuciana de paz y armonía.
Pantoja contribuyó al mejor conocimiento de China en todo el mundo, y llegó, en su dominio del chino-mandarín, a escribir importantes libros en esa lengua, difundiendo la cultura de un pueblo milenario todavía enigmático en Europa.
La verdad es que el encuentro de la noche del último miércoles en el Palacio Real, reunió una larga lista de académicos, empresarios, políticos, artistas, escritores, etc., y con muchos de ellos tuve ocasión de hablar. Y para mí fue un honor que al ir a despedirme del Rey -alumno mío que fue en la Universidad Autónoma de Madrid en sus tiempos de estudiante-, me presentara al Presidente Xi Jinping, con quien estuve hablando, a través de un estupendo intérprete, del modelo de desarrollo que China quiere consolidar, del progreso a menor velocidad y con mayor calidad, y del bienestar social con un socialismo de especificidades chinas: un predominio claro del sector público como rector de la economía, si bien en combinación con el mercado.
Ciertamente, todo ello con un solo partido político, el PCCh, que hoy lucha contra la corrupción en pro de la mayor eficiencia –una verdadera meritocracia—, sin que él mismo –así lo dijo— quiera ser vitalicio, a pesar de que ya no tiene limitaciones en su función de presidente con todos los poderes. Todo muy interesante, sin que pudiéramos entrar, obviamente, en una discusión más larga de otros extremos de la situación. El Rey escuchó esa conversación sonriente, con gran atención.
En su discurso –presentado en la propia cena en una traducción española, en un díptico muy bien diseñado— habló de las relaciones entre China y España, pudiendo destacar aquí las siguientes cuestiones, que transcribo:
Pese a la ubicación en extremos opuestos del continente euroasiático, China y España están unidas por una amistad e intercambio cultural de larga data. Hace más de 400 años, ambas partes entablaron frecuentes lazos comerciales entre China, Europa y las Américas mediante la Ruta Marítima de la Seda (Cantón, Manila, Acapulco, Veracruz, Sevilla), para llevar a Europa el té y la seda chinos al tiempo de traer a China el maíz y la patata de las Américas.
España es la primera parada de mi presente gira por Europa y América Latina. Hoy en día, el mundo está atravesando cambios tan profundos como complejos. La sociedad humana llega a tener una abundancia de riquezas inéditas en lo material y en lo espiritual, y los diversos pueblos anhelan más que nunca la vida tranquila y feliz. La paz y el desarrollo mundiales contemplan nuevas oportunidades, pero también enfrenta riesgos y desafíos insoslayables. En esta nueva época que nos toca vivir, la parte china está dispuesta a aunar esfuerzos con España y los demás países para construir en conjunto un mundo de paz duradera, seguridad universal, prosperidad común, apertura, inclusión, limpieza y hermosura y hacer contribuciones al progreso y el desarrollo de la humanidad.
Dicen que la guitarra española, que goza de prestigio mundial, toca las melodías y recita poemas. Al igual que para tocar música es necesario mover las seis cuerdas de la guitarra, para ahondar los lazos entre China y España, también se requiere aunar esfuerzos de todos nosotros.
La verdad es que el Rey y el Presidente, esa impresión tuve al oírles conversar en inglés, parecen haber hecho muy buenas migas, lo cual es una muy buena contribución a las relaciones entre España y el país más poblado del planeta, y que ya cuenta con el PIB (ppp) mayor del mundo. Como también la esposa del presidente, Peng Liyuan, tuvo la más animosa conversación, soprano ella, con nuestro gran señor de la ópera, Plácido Domingo.
Xi Jinping continúa su viaje a Portugal (el más viejo socio europeo de China, desde los tiempos de su implantación en Macao) y luego va a Buenos Aires, para la reunión del G-20. Allí, seguro que habrá un gran debate sobre librecambio/proteccionismo. En la primera postura estará Xi Jinping, y en la segunda el Presidente Trump de EE.UU. Como se dice tantas veces, que gane el mejor, y en esa dialéctica, está claro, el mundo puede esperar más del librecomercio que no de la vuelta al penoso proteccionismo de antaño.
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