Opinión

Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, presidente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas

[dropcap]E[/dropcap]l artículo 160 de la Ley de Instrucción pública de 9 de septiembre de 1857 dispuso la creación “en Madrid de otra Real Academia, igual en categoría a las cuatro entonces existentes, denominada de Ciencias Morales y Políticas” (RACMP). Así se hizo por Real Decreto de 30 del mismo mes y año, ocupando desde entonces el quinto lugar de precedencia, detrás de las Reales Academias Española, de la Historia, de Nobles Artes (hoy Bellas Artes), de San Fernando, y de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, esta última fundada también por Isabel II en febrero de 1847.

Por Real Orden de 8 de octubre de 1857 se dispuso que, mientras se proporcionaba a esta Academia un local propio adecuado y conveniente, celebrase sus sesiones en el que la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales ocupaba en el Ministerio de Fomento. Luego, el presidente Lorenzo Arrazola, consiguió la Real Orden de 30 de abril de 1866, por la cual se le asignó parte de la Casa y Torre de los Lujanes, que había sido del mayorazgo de una noble familia madrileña, una de cuyas ramas residió en ella. Fue comprada por el Estado, salvándola de la piqueta y restaurando lo que hoy es el edificio civil originario más antiguo de Madrid.

En la Torre de los Lujanes se albergó –parece que por breve tiempo— el rey de Francia, Francisco I, cuando quedó prisionero del Emperador Carlos V –rey de España como Carlos I— en la batalla de Pavía, que decidió el control del estratégico Milanesado por España.

En 1990, durante la presidencia de Luis Díez del Corral, el Ministerio de Educación y Ciencia destinó, a instancias de la Academia, una importante partida presupuestaria para rehabilitación del edificio y, siendo presidente Enrique Fuentes Quintana, se efectuó la ambiciosa reforma interior del mismo. Y posteriormente, y como conclusión de las gestiones realizadas por el Presidente de la Academia –con la ayuda del autor de este artículo, y del entonces Alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano—, se firmó el 30 de julio de 1996 un convenio con el Excelentísimo Ayuntamiento de Madrid, por el que éste cedió, durante 50 años prorrogables, el antiguo edificio de la Hemeroteca Municipal, conocido como la Casa de Don Álvaro de Luján. De acuerdo con las clausulas de dicho convenio, la Real Academia emprendió también la restauración y rehabilitación del histórico edificio que se destinaría a biblioteca y a trabajos culturales y de cooperación (Plaza de la Villa, 3). La Fundación Caja de Madrid financió las obras.

Los últimos presidentes de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas han sido Enrique Fuentes Quintana, Sabino Fernández Campo, Marcelino Oreja, y el Prof. Juan Velarde Fuertes desde 2015, terminando su mandato el 4 de diciembre de 2018, cuando fue elegido nuevo presidente (por dos años, más posible segundo bienio), Don Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, uno de los padres de la Constitución Española, junto con otros seis colegas: Manuel Fraga Iribarne, José Pedro Pérez Llorca, Jordi Solé Tura, Gabriel Cisneros, Gregorio Peces-Barba, y Miguel Roca Junyent.

Miguel Herrero es un jurista de alto prestigio, Letrado del Consejo de Estado, y autor de importantes textos, dictámenes, etc. Su elección como Presidente coincide con la celebración de los 40 años de la Constitución Española de 1978, de la que el autor de este artículo es también firmante, como diputado constituyente.

Desde aquí, como Académico que soy de la de Morales y Políticas desde 2013 –leí mi discurso con la presidencia de la Reina Sofía, el 29 de enero de ese año—, quiero felicitar muy sinceramente a Don Miguel, y desearle una seguro que fructífera presidencia. Seguiremos teniendo las sesiones plenarias de los martes en la tarde, siempre de gran interés por la exposición básica del académico de turno, seguida de amplio debate, en lo que es un auténtico think tank (tanque de talento) sobre los temas más diversos.

Además, seguro que la nueva etapa permitirá expandir los lazos de la Real Academia con las entidades similares de Iberoamérica, y también de otros países; señaladamente de China, con la que ya hay abiertos nuevos canales de cooperación.

Y como siempre, el autor, que ha utilizado a fondo los recursos históricos de la Academia, en gran parte de la mano del Prof. Emilio de Diego (por lo que le expreso mi agradecimiento), está como siempre a disposición de los lectores en castecien@bitmailer.net.

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