[dropcap]S[/dropcap]on muchos los motivos por los que creo tener un punto de TOC en algún que otro grado. Creo que tú también. He leído por ahí, supongo que ya sabes que no estás ante un ensayo clínico, que el trastorno obsesivo compulsivo es una de las 5 enfermedades psiquiátricas más frecuentes y una de las 20 más discapacitantes. El resultado vendría dado por una serie de ideas fijas, recurrentes y persistentes que generan inquietud, temor, ansiedad y aprensión. ¿Alguien por ahí a quien no le haya sucedido alguna vez?
Como ejemplo propio y absurdo, que son los más importantes si quieres que lo sean, te confieso que cuando me pongo delante de una escalera me descubro contando los peldaños y con frecuencia no tengo muy claro si contar el último como escalón o como suelo. Ojito porque la cuenta puede no salirte igual al subir que bajando. Afrontando un descansillo la cosa se complica, bipolar como es él, es lo uno y lo otro. Primero inquietud. A continuación el carece de importancia…
Otra más absurda aún ya que conozco el razonable porqué. Puede que ni siquiera hayas reparado en ello. Puede resultarte de lo más pueril por obvia. Voy; las puertas privadas se abren hacia dentro y las públicas hacia fuera. Ahí lo dejo.
Ya te decía, obvio, lo individual no debe invadir los espacios comunes que para eso son de todos y es mucho más operativo que en caso de emergencia, las puertas se abran en favor de la dirección que necesita seguir la marabunta hacia el lugar común, véase hacia afuera. Podemos dar por hecho entonces que no se contempla la posibilidad de emergencias en el seno de la intimidad. Podemos dar por hecho también que nada público merece una tromba humana dirigiéndose a su interior.
Quizá lo más acertado y simple para olvidarse de todo trastorno es tener sabida la dirección de apertura de las puertas. Dentro de lo público siempre requerirán un empujón para acceder a lo que haya al otro lado. En lo íntimo sucederá al revés. Habrá que tirar del pomo y aguantar a un paso para no darnos de lleno en la cara con ella.
Si en lugar de la salida pretendemos el ingreso sucederá exactamente al revés. Será cuando queramos entrar a lo público cuando habrá que esperar a que la hoja termine su recorrido y nos aclare el acceso. Si nos dirigimos a lo privado en cambio, podremos cruzar el umbral a la misma velocidad que lleve la puerta sin impedimento alguno.
Algo en lo que coinciden tanto las públicas como las privadas, las del grupo como las del individuo, es la posición de los timbres. Salvo contadas excepciones como las cárceles, están exclusivamente en el lado de fuera.
¿Y esto para qué te sirve? Pues fíjate, si no sabes si estás dentro o fuera, si quieres entrar o salir, para nada en absoluto. Si por el contrario ya estás al tanto, evidentemente carecerá de importancia.
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