La joven profesora Laura Luelmo, asesinada y violada por Bernardo Montoya en el pueblo onubense de El Campillo, murió entre dos y tres días después de su desaparición, que se produjo el 12 de diciembre.
Ese periodo casi coincide con lo que se tardó en organizar la búsqueda de la joven profesora zamorana y el momento en el que huyó del pueblo el detenido como sospechoso de su asesinato.
La joven, según el informe preliminar de la autopsia, murió tras recibir un fuerte golpe en la frente con un objeto contundente. Luego abandonó su cadáver, semidesnudo y maniatado en un paraje a cuatro kilómetros de Campillo.
Bernardo Montoya vivía en una casa de sus padres (os cuales residen en otro pueblo de la provincia) ubicada justo en frente de la que alquiló Luelmo a una compañera de trabajo. En tan solo cuatro días, su verdugo se fijó en ella y la atacó.
Parece que la joven no había salido a correr, ya que entre las ropas que se han intervenido había un pantalón vaquero de la joven.
Si se confirman los datos de la autopsia, la joven habría podido permanecer secuestrada por esta bestia dos o tres días antes de matarla.
La Guardia Civil registró casa centímetro de la casa de Campillo en la que estaba el criminal nada más detenerlo, así como la de la víctima.