[dropcap]A[/dropcap]ño nuevo, vida nueva. Tan oportuno como decir que ingerir productos verdes es sano. Prueba con el fairy. ¡No, no! Ni se te ocurra probar. Año nuevo, otro año. El de este caso, también el anterior, el previo y el de antes, surge fenicio de las cenizas que dejó tras de sí la última uva.
¿Sigues preparando los propósitos en el albor de diciembre? ¿Los dejas para después de la digestión del turrón? ¿Haces vida normal como recomiendan los médicos como paso previo al autógrafo del alta? Espero haber incluido todas las sensibilidades e identidades posibles en estos tres grupos.
Otra pregunta. ¿Sabes cuál es el significado de propósito? No digo tener una idea, digo conocer lo que significa exactamente. Pregunto, digo, porque por algún motivo, quizá por la ley de la economización del lenguaje tendemos a derribar las fronteras de los sentidos, las únicas que deberíamos proteger con celo. Fíjate lo que les ocurre a discutir y reñir sin esa mampara…
Tener un propósito es casi lo mismo que tener una intención al tiempo que no tiene prácticamente nada que ver. Como de costumbre no te descubro nada nuevo pero no sé, a veces en las conversaciones con uno mismo no se tiene tan presente. Suena parecido ¿verdad? Que traigan la vaca, con una leche no tenemos para todos.
Las intenciones están bien, claro. Nos hablan de las cosas que nos proponemos hacer. Cuentan las ideas con las que jugamos, cómo bailamos y bailaremos alrededor de cada hoguera. Los propósitos juegan en otra liga. No se puede tener un propósito sin determinación. Son intenciones expresas, voluntades. ¿No tiene un tufillo un pelín más vinculante y exigente? Son la hoguera.
Existe una muy sofisticada técnica para comprender, de la Sofisticated Technics University de Iowa, para diferenciar si nos encontramos ante una intención o un propósito. Tiene que ver con la capacidad de corrosión de la una y el otro ante las salpicaduras de ciertos agresivos agentes químicos. Si, las excusas, las justificaciones, los descargos.
Ejemplo deshonroso por fácil. Date cuenta de lo perfectamente coherente que puede resultar afirmar que se tiene la intención de apuntarse a un gimnasio uno de estos días, más concretamente a principios de año mientras una meñique uña libra duelo con un trozo de fruta escarchada del roscón que pide asilo en una muela. Parece hablar de mañana, ese día que huye cada noche, que no se deja atrapar jamás.
Si solo es intención, será fácilmente oxidable por las innumerables excusas, por las infinitas justificaciones, por los esforzados descargos. Si es propósito también puede ser devorado, por supuesto. Y cierto también, no le fallarán esos mismos contendientes que tumbaran antes a la intención. Pero el 6 por la noche ya cena ligero.
A mi propósito. Que te lluevan los motivos. Que te abandonen las excusas. Perdiz año nuevo.
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