Rafa Nadal se ha llevado a casa unos históricos 11 títulos de Roland Garros, tres trofeos del US Open, dos de Wimbledon y un Abierto de Australia. No obstante, este último continúa siendo un caballo de batalla para el tenista. Si consigue un nuevo título en la superficie dura del Melbourne Park, sería el único tenista en ganar dos veces los cuatro grandes en la Era Open.
Fue el pasado año 2009 cuando Nadal logró su única victoria en Australia tras vencer al suizo Roger Federer. Este triunfo le llevó a ser el primer español en ganar todos los grandes, pero no fue nada fácil. Uno de los momento más complicados fue medirse contra su compatriota Fernando Verdasco, uno de los partidos más largos del torneo con una duración de 5 horas y 14 minutos, que finalizó con un ajustadísimo 6-7.
Aunque ha conseguido alcanzar la final del torneo australiano hasta en tres ocasiones, la superficie dura del Abierto siempre le ha supuesto un desafío. El manacorí no es precisamente un jugador experto en este tipo de superficie, pero existen otros factores y circunstancias que han influido.
En primer lugar, el Abierto de Australia es el primer Grand Slam de la temporada, lo que es un factor determinante a la hora de llegar en una forma física óptima al torneo.
Estadísticamente, no hay una gran diferencia entre los partidos ganados frente a los perdidos. A lo largo de su carrera, Nadal ha ganado 918 encuentros, lo que supone un 82,93%, y ha perdido 189, un 17,03% de los mismos. Estas cifras son similares a las que acumula en el Abierto de Australia, donde registra un porcentaje positivo de 82,1% de victorias, según revela el artículo elaborado por Betway.
En segundo lugar, es un torneo marcado por las lesiones. En este sentido se vio afectado por dolores de espalda en 2006, lesión en la rodilla derecha mientras disputaba la final de 2010 con Andy Murray, otra lesión de rodilla en 2013 (coincidente con los Juegos Olímpicos de Londres), más dolores de espalda en 2014 y unas molestias en la pierna derecha el pasado año.
En tercer lugar, el Abierto de Australia se caracteriza por sus altas temperaturas, ya que coincide con el verano en el hemisferio sur. En algunos días, la temperatura supera los 40 grados. A esto se suman sus conocidos problemas de sudor, que generan al balear un mayor cansancio durante los partidos.
En cuarto lugar tenemos la dificultad de la pista dura frente a otras superficies. Esta es la que más perjudica a las articulaciones de los tenistas, un problema que afecta en gran medida al manacorí. A pesar de ello, cuenta con un balance positivo de 435 victorias y 128 derrotas en esta superficie, mientras que en el torneo australiano acumula 55 victorias y 12 derrotas.
Finalmente, hay que tener en cuenta la importancia del servicio en la pista dura. El saque es una de las principales armas y un componente que siempre ha penalizado a Rafa Nadal, ya que nunca ha contado con un primer y un segundo saque de primer nivel adaptado al cemento.
No obstante, es un aspecto que ha mejorado en los últimos años. Su porcentaje en el primer servicio en el Abierto de Australia se sitúa en el 69,02%, una cifra similar al rendimiento mostrado en otros torneos como Roland Garros, que es de 69,39%; US Open de 67,23%; y Wimbledon, de 69,77%.
No obstante, y con estas circunstancias en su contra, el balear seguirá buscando el éxito en este torneo en los próximos días.