[dropcap]D[/dropcap]urante los últimos meses se ha puesto de manifiesto la falta de profesionales para cubrir las necesidades del sistema sanitario y ello tiene sus raíces en la falta absoluta de planificación de las distintas administraciones educativas y sanitarias, incapaces de ponerse de acuerdo entre sí, tanto a nivel estatal (ministerios de educación y sanidad) como a nivel autonómico (consejerías de educación y sanidad) como entre ambos niveles.
Se han creado un numero disparatado de facultades de medicina (42 en la actualidad) que generan cada año un elevado número de médicos que no van a encontrar empleo debido a que el número de egresados que acaban cada año la carrera es muy superior al número de plazas MIR, que es prácticamente la única salida profesional. Gastamos cada año cuantiosos recursos en formar médicos que no van a encontrar empleo.
Las plazas MIR convocadas cada año no guardan ninguna relación con las necesidades actuales o futuras del sistema sanitario. Desde 2010 ha disminuido el número de plazas convocadas y la distribución por especialidades de las mismas no guarda tampoco ninguna relación con las necesidades asistenciales. Existen especialidades que acumulan un déficit sistémico y que, sin embargo, no ven incrementar su número de plazas MIR. La Medicina de Familia es un caso extremo, pero otras especialidades como Pediatría, Anestesia o Radiodiagnóstico se encuentran en situación parecida.
Por si fuera poco esta falta absoluta de coordinación, cuando los médicos finalizan el MIR se encuentran con un panorama laboral desalentador: plantillas escasas y deficitarias, criterios de acceso a las plazas obsoletos y arbitrarios en los que la calidad profesional no tiene apenas ningún peso, contratos precarios con baja remuneración y de corta duración, que se suceden a sí mismos y producen falta de estabilidad en el empleo y por último, condiciones de ejercicio que dejan mucho que desear, debido a la exagerada sobrecarga asistencial (jornadas ordinarias de trabajo agotadoras, guardias de 24 horas sin descanso, …).
Por eso no es de extrañar que una parte muy importante de nuestros MIR al finalizar la especialidad emigren a otros países donde son muy bien valorados y donde las condiciones de ejercicio son mejores, incluyendo estabilidad laboral y remuneración profesional. Países como el Reino Unido, Suecia o Portugal reciben con los brazos abiertos a nuestros MIR cuya formación hemos pagado los españoles, pero a quienes no somos capaces de ofrecer una perspectiva profesional atractiva.
Dice la ministra de Sanidad que la situación actual de falta de médicos no se puede resolver por arte de magia, lo cual es una boutade, pero no sentarse inmediatamente a planificar es una negligencia. Es necesario que las distintas administraciones se coordinen para planificar el número de médicos que deben salir cada año de las facultades de medicina y el número de plazas MIR que se debe ofrecer cada año, pero es igualmente importante que los empleadores entiendan que hay que ofrecer unas perspectivas profesionales adecuadas al nivel de formación (que dura 11 años por término medio) y ello incluye desde los criterios de contratación a unas condiciones de ejercicio dignas.
Se ha señalado insistentemente que durante la crisis económica el sistema sanitario no ha estallado debido al sobre esfuerzo de los profesionales, que se identifican con el sistema sanitario público y han asumido las difíciles condiciones de trabajo en base a su profesionalidad, pero los nuevos MIR no se identifican con el sistema en la misma medida y buscan unas condiciones de ejercicio profesional a la altura de su formación, y dado que para ellos el mundo es mucho más pequeño y accesible no es de extrañar que decidan emigrar a otros países que les garantizan mejores condiciones profesionales y mejor calidad de vida.
Mientras, España sigue formando un número desproporcionado de médicos, no dispone de una planificación adecuada de las necesidades de especialistas y les ofrece unas condiciones de trabajo lamentables.