[dropcap]E[/dropcap]sta semana dale jugo a tu práctica, hablaremos de Balãsana. Bienvenida, bienvenido.
Del sánscrito, bala: joven, infantil y asana: postura. Postura del niño. Es por antonomasia una postura de descanso. Una postura para conectarte con tu cuerpo, con tu respiración, con tus emociones. Dado que estamos mucho tiempo respondiendo a estímulos externos, esta postura es ideal para “mirar hacia adentro”.
Balãsana es como un lugar bello para descansar y cuando se realiza en clase seguro que ya lo estabas deseando, un momento de estar en descanso. No olvides que aunque sea un área de descanso en el camino, debes seguir con toda tu concentración en la práctica. Es una de las posturas favoritas de casi todos los yoguis. Enroscarte ahí en tu guarida tan ricamente.
A nivel físico, el objetivo es dejar que la frente repose en la esterilla y los glúteos se asienten sobre tus talones. Si no es posible, podemos poner un soporte bajo la frente, un taco, una manta… Y sobre todo, “no hacer”, dejar que el cuerpo esté completamente blandito, relax. Respira y siente.
La cuestión aquí es lo fácil que es sentir en esta asana la parte posterior de tu cuerpo. Nuestras lumbares aplauden de alegría en balãsana. Como estamos realizando una respiración consciente puedes hacerla en el abdomen y aprovechar para ampliar tu zona lumbar. Observa como con la inhalación se expande y con la exhalación se relaja profundamente.
Algunos beneficios de balãsana:
- Estira y relaja la columna vertebral.
- Relaja las emociones.
- Reduce el estrés y el cansancio.
- Masajea tus órganos internos.
- Da serenidad.
- Mejora la circulación.
- Relaja las emociones.
- Libera dolores de espalda.
- Ayuda a conectarte contigo.
Así que ya sabes, cuando te sientas con cansancio, con exaltación o simplemente te apetezca desconectar un ratito, acude a esta postura y ríndete: haz la postura del niño y ponte en modo avión.
Ten un buen día y cuida tu energía.