[dropcap]L[/dropcap]a trama gira alrededor del viaje que el joven amigo del inventor efectúa hacia un futuro muy lejano.
Resulta que al llegar a no recuerdo muy bien qué año de principios del siglo veintiuno con su carro de ruedas de madera y condensador de fluzo se encuentra con un paisaje social muy distinto al nuestro. Ve vehículos automóviles. Sí, como te lo cuento. Sin ser tirados por animales u otras bestias. Y bueno, salen hasta mujeres a los mandos de las máquinas esas, no te digo más.
Aparecen enormes edificios atravesados por grandes pasillos con cubículos a ambos lados donde parece ser que las personas de aquel futuro van y compran cosas. Pero es que si no has visto la obra no podrás siquiera imaginar cuantas. Un exceso todo. La gente deambula con unos cacharros que les caben en las manos y ven fotos con luz y movimiento y escriben, ojo pestaña, sin papel ni pluma. ¡Con los dedos! Tocan en una flechita que se ve en el cristal y puede llegar a cualquier otro esté donde esté. Como las cartas pero sin cartero.
No tienen corrales ni granjas, casi nadie tiene animales en sus casas. Ni una triste huerta. Van a esos sitios que te decía y compran bolsas y paquetes de cosas que luego son capaces de cocinar en sus casas. Flipa, sin fuego. No les hace falta tener madera o carbón. Tienen una especie de mesa, también de cristal en la que al girar una ruleta aparece un círculo de luz roja que hace bullir el perolo. Esta parte no hay quien se la crea, se les fue de las manos la imaginación.
Bueno, el caso es que el protagonista, al llegar al futuro, se ve envuelto en un sinfín de situaciones de lo más cómicas con los habitantes de aquel tiempo. Andan todos revueltos quejándose de que las cosas ya no son como en su pasado y que claro, que eso no puede ser, porque no sé qué de un tal Amazon, que si una guerra entre automóviles blancos y negros, historias de poder en las que se discute si lo mejor era lo de su ayer o lo de su mañana… Como nos pasa un poco a nosotros ahora con la historia esta del ferrocarril ese que dicen que va a acabar con los carros y los caballos para conseguir que los puntos se acerquen entre sí… Paparruchas del progreso…
Los actores están bien en sus papeles, pero dejan sensación de ser más de lo mismo, representan los mismos personajes de siempre, como los del año pasado, el anterior… Resulta muy familiar. Nada nuevo.
El guion… Pues ya sabes lo que pasa con las comedias, cogen cosas cotidianas y las retuercen para que parezcan increíbles, sofisticadas, novedosas… Pero claro, si tienes dos dedos de frente no te lo puedes creer.
Un carro con ruedas de goma que se mueve sin caballo… Comediantes… Muy loco todo.
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