El fiscal pide una pena de 13 años de prisión y 20 de alejamiento para un hombre acusado de dejar en coma a su pareja tras una discusión en la casa de San Bernardo donde vivían. «Mi intención no era hacerle tanto daño», se excusó en el juicio celebrado este miércoles en la Audiencia Provincial de Salamanca.
Los hechos se sitúan en la Calle Faisán, en el barrio de San Bernardo, en la madrugada del 14 de mayo de 2017, cuando el acusado de origen colombiano C.D.F.P dejó en coma a su entonces pareja, con la que tiene un hijo en común, tras una fuerte discusión.
En su interrogatorio, el acusado dice: «Sé por qué estoy aquí». A su vez, niega agredir a su pareja de forma premeditada e intencionada. La discusión comienza en el domicilio, cuando ella se pone una falda larga y no le gustaba como le quedaba. El acusado alega que fue ella la que esa falda «le hacía gorda y decía que era por mi culpa, por dejarla embarazada». Éste afirma que ambos habían fumado «varios» porros de marihuana antes de salir de fiesta. También dice que antes era consumidor habitual de otras sustancias estupefacientes como hachís o cocaína.
El plato fuerte de la discusión llega a las 7:00 de la mañana, cuando ambos regresaron al domicilio de la Calle Faisán. El motivo de la discusión en este caso fue porque el acusado le había dicho a la hermana de la víctima que no se dejase manosear por tantos hombres y a ésta le sentó mal. La discusión se debió de acalorar hasta el punto en el que el acusado rompió el cristal de un armario de la habitación con la fregona, que se encontraba en el salón.
La acusación dice que además del cristal, el acusado supuestamente rompió también las tulipas de la lámpara, la puerta del salón y el teléfono móvil de la víctima. Éste admite que sólo rompió el cristal con la fregona, pero nada más. Después hubo un forcejeo entre ellos donde el acusado indica que ella se tiró al suelo y le empezó a dar patadas. Él respondió también con pisotones en la cabeza.
Cuando una de las dos personas que se encontraban durmiendo en la otra habitación del domicilio se percataron de los hechos, separó de un empujón al acusado diciéndole «Para, para, que la vas a matar» y salió corriendo a pedir ayuda. El acusado afirma que: «Cuando la vi sangrando en el suelo me quedé con ella en todo momento y estaba asustado».
Desde la acusación alegan que le dijo al chico que fue a por ayuda: «No llaméis a la policía que me vais a buscar la ruina». Hasta que los servicios de emergencia se personaron en el domicilio pasaron unos quince minutos, por lo que la chica se encontraba sin conocimiento en el suelo.
La víctima de la agresión niega el consumo de estupefacientes antes de salir. También afirma que fue él quien le dijo: «Esa falda te hace gorda y te saca los michelines». Alega que fue un puñetazo en la cara el motivo de que perdiera la consciencia, ya que dicho golpe la proyectó hasta el marco de la puerta de entrada de la vivienda y se golpeó con él. También dice que intentó abrir la puerta porque: «intentaba escapar para que no fuera a más». Admite que las discusiones eran frecuentes. Le califica como «agresivo, controlador y celoso» en su vida cotidiana. Afirma que en otras ocasiones le habría agredido de forma más leve y que: «nos tenía amenazados a mí y a toda mi familia».
La víctima ingresó en un centro de atención especializado en la provincia de Madrid donde, según afirma, se dio cuenta de que no estaba bien. Allí permaneció durante ocho meses en los que pudo recuperarse hasta volver a poder hacerse cargo de su hijo.
Respecto al hijo que tienen en común, de año y medio en la fecha que tuvieron lugar los hechos, afirma que en ningún momento se ha hecho cargo de él. «Le pedía 10 euros para comprar leche y no me los daba ni él ni su familia». No quiere que en un futuro su hijo se relacione con el acusado. «Padre es quien lo cría, no quien lo hace», afirma con rotundidad.
Para el acusado, la fiscalía pide 13 años de prisión, además de 20 años con una orden de alejamiento de 500 metros y una indemnización de más de 600.000 euros.
La acusación particular solicita una pena de 18 años y 8 meses de prisión, además de estar el mismo tiempo sin tener contacto con la víctima por medio de una orden de alejamiento. Todo esto a mayores de las que ha solicitado el Ministerio Fiscal sumándole los agravantes de género, parentesco y abuso de superioridad.
Texto y foto: J.A.G.G.