Los guardias juzgados en León niegan que obligasen a los clientes de un bar a tragar balas

Atribuyen la denuncia de la gerente del establecimiento a una venganza de su superior
ICAL Los dos agentes de la Guardia Civil, ante la jueza.

Los dos guardias civiles juzgados hoy en la capital leonesa por un presunto delito de coacciones haciendo uso abusivo de su cargo público en un bar de la localidad de Carrizo de la Ribera negaron este jueves, tal y como se les atribuye, haber obligado a tragarse balas a los clientes de un bar, tal y como denunció la gerente del establecimiento, quien declaró que ella se las metió en la boca pero no llegó a ingerirlas.

 

Los agentes, que se enfrentan a una pena de dos años de cárcel y otros dos años de inhabilitación, declararon en el Juzgado de lo Penal número 1 de León que únicamente permanecieron entre 15 y 20 minutos en el local, lejos de las casi cuatro horas que argumenta la denuncia, y rechazaron todas las acusaciones.

Además, vincularon la presentación de la misma a la mala relación que mantienen con un superior que, según ellos, habría instado a la hostelera -a quien supuestamente iba a denunciar por irregularidades en una terraza- a actuar contra ellos por venganza. La mujer testificó que en el momento de los hechos estaban dentro del bar ella, su pareja y cuatro clientes, dos de los cuales habrían tragado las balas coaccionados por los guardias civiles.

La denunciante, que decidió cerrar el bar pocos meses después de los hechos, ocurridos en septiembre de 2013, dijo haberse sentido denigrada y señaló que los acusados hostigaron a su hija y ella sigue viviendo con miedo. También señaló que hechos similares habían tenido lugar en otro local de hostelería situado en la localidad de Quintanilla cuyo dueño tragó y defecó una bala que -dijo- conserva y muestra en su bar. Su pareja también prestó declaración y suscribió los términos de la denuncia además de aludir a la actitud “chulesca y prepotente” de los agentes denunciados. Los guardias civiles atribuyeron a una equivocación el desfase en el número de kilómetros registrados en ese turno en el vehículo oficial en el que se desplazaban.

Según el relato del fiscal, los acusados hicieron esa noche ostentación de su cargo “dijeron que mandaban ellos”, obligaron a los presentes a fumar y a apagar sus teléfonos móviles, bajando la trapa del bar y poniendo música en el ordenador, incluido el ‘Cara al sol’. Además, habrían sacado sus armas reglamentarias con los cargadores, obligando a los presentes a introducirlas en la boca y en sus bebidas y a tragarlas en el caso de dos de los clientes. Uno de ellos, además, intentó abrazar y besar a la dueña del bar.

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