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Amor sostenible y con arte

Ricardo Cavolo regala a su madre una pintura sobre un edificio del Barrio del Oeste que funciona como aislante térmico
David Arranz / ICAL Fachada de un edificio de la calle Joaquín Costa en el Barrio del Oeste de Salamanca pintada por el ilustrador Ricardo Cavolo.

Arte y sostenibilidad se dan la mano en el corazón de Salamanca. Allá donde se une la vanguardia y la tradición, en el Barrio del Oeste, Ricardo Cavolo regaló a los vecinos un fresco que no pasa desapercibido. Se trata de un edificio en la calle Joaquín Costa, que además de ser una de las muchas obras que este artista ha expuesto por todo el mundo también es un ejemplo de sostenibilidad y de lucha contra el cambio climático. Las pinturas de Cavolo cubren una fachada con aislante térmico que ya ha permitido a los vecinos reducir su gasto en calefacción. Todo ello fruto de una colaboración sin precedentes entre diferentes asociaciones y empresas que de forma altruista decidieron crear un oasis ecológico en plena Salamanca.

 

Texto: A. Arrojo/Ical

Es un regalo de Cavolo a los vecinos del Barrio del Oeste, que cada día pasean por una zona de la ciudad que se ha convertido en un museo al aire libre. Pero es más que eso, es un regalo a su madre. “No vivo en Salamanca y quería que ella pudiera disfrutar de algo mío”, asegura. Por ello, cada una de las cuatro plantas en las que se divide la fachada refleja una etapa en la vida de Mercedes. El trabajo de un profesional que ha expuesto en París, Moscú, Hong Kong o México se encuentra desde el pasado mes de septiembre a la vista de todos en Salamanca. Y es que Cavolo no rehuyó a actuar en su ciudad natal y gratis después de trabajar por todo el globo. “No comparto que trabajar a nivel internacional te impida hacerlo en tu ciudad. Cada sitio te aporta algo nuevo”, señala.

Ricardo tardó tres días en completar su obra. Los propietarios de los pisos tan solo tuvieron que pagar las pinturas al artista y permitirle entrar a sus balcones para trabajar. Eso posibilitó que para llevar a cabo la actuación no fueran necesarias grúas, lo que facilitó que se terminara en poco tiempo. El trato con los propietarios fue excelente y acogieron su trabajo con alegría.

Nacido hace 37 años en la capital del Tormes, Cavolo fue testigo de la “explosión positiva” del barrio. “Es algo que ocurre con cierta frecuencia. A priori, no son sitios muy glamurosos, no están en el centro de las ciudades, pero se generan cosas muy diferentes”. El Barrio del Oeste es ahora, según datos de la Universidad de Salamanca, el lugar de la ciudad en el que reside un mayor número de estudiantes. Eso ha favorecido no solo la aparición de una corriente artística que resulta palpable por sus calles, sino que también se haya generado una corriente cultural e ideológica muy marcada. Referencias a la lucha por la igualdad de género y contra la xenofobia están presentes en todos sus rincones. Incluso la Unión Deportiva Salamanca, el desaparecido equipo de fútbol de la ciudad, tiene su espacio.

Todo ello es potenciado por ZOES, su asociación vecinal. Presidida por Inmaculada Cid, en mayo cumplirá 42 años bajo el lema ‘Haciendo barrio, haciendo ciudad’. El Oeste no son solo sus edificios, sino también las personas que en él habitan. ZOES es el motor que lo impulsa. “Pocos barrios de toda España tienen una identidad tan marcada como la nuestra. Trabajamos por transformarlo en un lugar más cultural y más agradable. Eso lo hace atractivo para las visitas”, comenta Inmaculada.

Arte y ecología

Román Andrés es un arquitecto salmantino que colabora con ZOES y coordino a las partes que se implicaron en el proyecto a fin de lograr que el edificio, además de atractivo, fuera sostenible. “Se buscó completar la intervención de Cavolo y nos resultó interesante mezclar dos mundos: el arte y la ecología”. Román pensó que si un edificio antiguo podía convertirse en un mural que expresara motivos sociales también sería posible dotarlo de una personalidad medioambiental a través de la eficiencia energética. Esta idea se cristalizó en la instalación de un aislamiento térmico de seis centímetros que, a la postre, sirvió de lienzo al artista.

El coste de la intervención técnica, según apunta Román, podría ascender a 20.000 euros. En este caso, la participación de empresas y de los colegios de arquitectos y aparejadores permitió que los propietarios tan solo tuvieran que pagar la licencia de obra al Ayuntamiento de Salamanca, un coste menor. La Universidad de Salamanca también se involucró en el proyecto realizando tareas de promoción a través de su Oficina Verde. “Es algo increíble para los tiempos que corren”, sentencia.

Este edificio, una obra de arte callejera y sostenible, poco a poco está adquiriendo fama. Tanto es así que, como confirma Román Andrés, las partes implicadas lo presentaron a los Premios Nacionales de la Energía como una iniciativa social de sensibilización.

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