[dropcap]H[/dropcap]ola. Me llamo Camino. Soy el camino. No tu camino, todos sois un tú. No su camino, todos excepto tú tienen el suyo, el tuyo es otro, es solo tuyo. No soy un camino, porque soy para todos. No soy todos los caminos, porque solo soy uno para cada par de pies. O de ruedas. O de bastones.
Siempre estoy. Siempre he estado. Siempre estaré a tus pies. Nada grave. Gravedad. Nunca podrás separarte de mí más que unos instantes. Porque te quiero libre. Volverás. Por más alto que quieras saltar. Por lejos que quieras volar. De buen grado te recibiré de vuelta en un aquí a miles de kilómetros de aquí. Porque te quiero libre. No hay reloj. Porque te quiero libre. Siempre estaré esperando paciente, siempre te acogeré y presto me ofreceré voluntario como nuevo impulso. Porque te quiero libre. Te llevaré donde quieras. Porque te quiero libre. No te preocupes por los pies, yo te los guardo. Solo mira hacia donde quieras llegar. No a mí. No hacia abajo. Ignórame. Hacia delante o hacia arriba. O hacia dentro. Imagina… Porque te quiero libre.
No te preocupes por mí. Basta con que no me rechaces, basta con que me dejes estar. Con que me dejes sujetar tu sombra. No me pidas magia, no me pidas sabiduría, no me pidas experiencia, no me pidas pistas, mis cicatrices son tus mejores señales. Sigue las que consideres, pero no me pidas. A mí no. Siempre serás tú.
Me podré mostrar pétreo, árido, resbaladizo. Me inclinaré en una exigente cuesta hacia arriba, descenderé precipitado a continuación. Te puedo ofrecer refugio y también mostrar parajes improbables. Toma, tuyas son mis interminables rectas. Osa. Descubre lo que te escondo detrás de cada curva. No es cosa mía, todo esto estaba antes que yo. Todo es anterior a ti. No me pidas. Yo doy. Yo soy. Yo ya era. Eres tú.
Tú me haces. Tú marcas las sendas, tú las conviertes en camino, tú decides los puntos, tú los unes, tú los recorres, tú dejas las migas de pan. A la memoria del olvido y el recuerdo los centímetros concretos, tú das paso a tus pasos. Tú me haces, yo te hago.
Márcame. Préstame tus huellas. Súrcame. Empápame con las gotas de tu sudor. Extenúate a lo largo de mi recorrido. Comparte conmigo tus pensamientos, cuéntame todo lo que quieras, lo llevaré contigo. Deja sobre mí aquello que te pese. Descansa cuando lo necesites, corre cuando quieras. Grita, calla, ríe y llora. Yo te lo guardo. Yo te sujeto. No me lleves contigo, permite que te acompañe.
Soy el camino. Vístete con tus más nítidos ojos, tus más claros oídos, tu más afilado olfato, tu más sensible piel y súbete a mí. Degusta el trayecto, no lo tragues, paladéalo. Ponte los pies que dejan huella sobre el suelo. Recorre suelos que dejan huellas sobre los pies. Sí. Sobre los pies.
Hola. Soy el camino.
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