[dropcap]C[/dropcap]uando escribo esto, al filo de la medianoche del domingo, sigue en el aire el resultado de las primarias de Ciudadanos, después de que en las primeras horas de la tarde Francisco Igea decidiera impugnar el escrutinio que había declarado ganadora de las primarias del partido a Silvia Clemente por el estrecho margen de 31 votos (561 frente a 526).
La proclamación de la candidatura naranja a la presidencia de la Junta ha quedado paralizada a la espera de que la comisión de garantías del partido resuelva dicha reclamación, basada en el dato de que el acta de la votación refleja un número total de 1.013 votantes cuando los votos asignados a los tres candidatos –Vanesa Pérez obtuvo siete- suman 1.094.
Cierto que a esa hora nadie esperaba la impugnación de Igea, quien 24 horas había aceptado sin ningún reparo el resultado de las primarias, asumiendo la derrota y sin poner en duda su permanencia en el partido al margen de lo que decidiera Albert Rivera, a cuya disposición había puesto su cargo de miembro de la ejecutiva nacional responsable del área de Sanidad. Pero Tudanca se olvidaba también de Vox que, si bien, contrario a la existencia de Autonomías, tiene como norma no presentar candidato concreto a la presidencia de ninguna comunidad, sin duda contará con grupo parlamentario en el hemiciclo de las Cortes de Castilla y León a conformar con arreglo a las elecciones autonómicas del 26 de mayo.Se equivocaba por tanto el máximo dirigente de de los socialistas de Castilla y León y candidato a ocupar el principal despacho del Colegio de la Asunción -no sabemos si también la vivienda de “alto standing” que le pagala Junta (o sea, los contribuyentes) al presidente en la vallisoletana Acera de Recoletos-, Luis Tudanca, cuando al filo del mediodía afirmaba ante el comité autonómico del PSOE CyL que “ya estamos todos, ya estamos todas”, en alusión a la elección de Silvia Clemente como candidata de Ciudadanos.
La sabia invisibilidad de Vox.– Las candidaturas de Vox -no ya a las elecciones de mayo, sino a las generales del 28 de abril- siguen siendo un auténtico enigma.
Se suponía que a estas alturas habría irrumpido en la escena política regional el vicepresidente del partido en Valladolid, miembro del su Consejo Político Nacional y asiduo tertuliano de Intereconomía TV, Jesús García-Conde del Castillo, que parecía el llamado a coordinar las actuaciones en Castilla y León. Pero ni él ni el también dirigente nacional José Antonio Ortega Lara han asumido ese papel, de forma que a estas alturas Vox sigue sin tener cabeza visible a nivel autonómico.
Y el caso es que Vox sigue siendo el único aliado que hoy por hoy tiene garantizado el PP de Castilla y León en la carrera emprendida por su presidente, Alfonso Fernández Mañueco, para heredar la poltrona que se ha negado a cederle anticipadamente Juan Vicente Herrera. En contra de lo que suelen hacer los asesores en materia de Comunicación -obstinados en que sus asesorados ocupen la máxima cuota posible de pantalla, sin darse cuenta de que algunos cuanto más salen más la brengan, que en gacería garlearía un briquero– se diría que los dirigentes territoriales de Vox han recibido la sabia consigna de que permanezcan invisibles, que es sin duda la mejor forma de no enseñar la patita. Ni siquiera con la que hay liada (Juan Carlos “Pañuelitos” Suárez Quiñones no para de recibir revolcones por parte de sus ex compañeros de Judicatura) en un asunto que les es tan propicio como el de la caza han salido a la palestra.
Quienes piensan que aquí va a reeditarse el pacto a la andaluza que ha mandado a Susana Díaz a la oposición realizan una lectura completamente equivocada de la estrategia de Ciudadanos, sin percatarse de que en Castilla y León lo coherente con dicha estrategia consiste precisamente en desalojar del poder al partido que lleva 32 años gobernando esta comunidad y que, a mayor abundamiento y según está poniéndose de relieve en los Juzgados, lo ha venido haciendo bajo fundadas y crecientes sospechas de corrupción.
Me reitero en lo afirmado la pasada semana. Independientemente de quien lidere el cartel electoral naranja, si la aritmética electoral lo permite Ciudadanos propiciará la alternancia política pactando con el PSOE de Luis Tudanca. De esto no me cabe la menor duda, y ya verán lo poco que va a tardar el PP, no ya de apelar al “voto útil” como lo viene haciendo respecto a Vox, sino de advertir al electorado de que votar a Ciudadanos equivale a votar a los socialistas.
Además de las previsibles alusiones que realice Tudanca en su mano a mano directo con el todavía presidente, la consejera de Economía y Hacienda, Pilar del Olmo, tendrá que responder a dos preguntas consecutivas de sendos procuradores socialistas en torno al caso Perla Negra, la segunda de ellas inquiriendo sobre su participación directa en el proceso seguido para el alquiler y posterior compra del edificio por el que la Junta abonó el millonario sobrecoste investigado judicialmente. Entretanto, el penúltimo pleno de las Cortes antes de que a primeros de abril queden disueltas, en el que el burgalés Ángel Ibáñez resultará elegido, previsiblemente con los únicos votos del PP, nuevo presidente de la Cámara, será aprovechado por los socialistas para poner al gobierno zombi que preside el “pato cojo” Herrera frente a sus responsabilidades por los casos de corrupción que investigan sendos juzgados vallisoletanos.
Y veremos si Del Olmo, que mostró una llamativa amnesia el día que declaró, en calidad de testigo y por videoconferencia, ante el Juzgado instructor, acude al pleno con las respuestas escritas, como ya observó “El topillo” en la anterior ocasión en la que fue preguntada por la oposición sobre tan vidrioso asunto.
Las precursoras del estallido feminista.- A propósito del reeditado éxito del 8-M, no quiero terminar este repaso semanal sin rendir mi reconocimiento personal a las precursoras del movimiento feminista en Castilla y León, aquellas que ya desde las postrimerías del franquismo alzaron la bandera de la igualdad.
Si en 2019 las feministas todavía soportan los ex abruptos que soportan, imagínense lo que tenían que oír y sufrir a mediados de los años 70 (de los 70, de los 80, de los 90….) Y quiero personalizarlo en dos ejemplos. Uno es Edu Sánchez, inasequible al desaliento desde aquellos heroicos tiempos de la Asociación Segoviana para la Emancipación de la Mujer (ASEM), y quien el viernes aparecía, como no podía ser de otra forma, detrás de la pancarta que abría la multitudinaria manifestación celebrada en Segovia.
La otra es la no menos infatigable Nina Infante, la histórica feminista vallisoletana, siempre al pie del cañón en esta y en otras causas, que a estas alturas de la película ha tenido que aguantar que la actual subdelegada del Gobierno, la supuesta socialista Helena Caballero, tramitara contra ella una
sanción de 600 euros por lanzar una imaginaria patada a un al parecer desvalido policía durante una protesta celebrada el pasado verano contra la puesta en libertad de los miembros de “La Manada”. Esta acusación policial contra Infante, de 71 años y complexión no precisamente atlética, además de constituir un insulto a la inteligencia, mancilla de forma tan gratuita como deplorable la dignidad y la memoria de quienes se dejaron literalmente la piel para restablecer, aunque sea con este tipo de cortapisas, las libertades democráticas en España.