La gasolinera inspirada en los monumentos de Salamanca cumple 80 años

El arquitecto que ideó la construcción de esta estación de servicio en 1939 fue Francisco Gil González
Francisco Gil Gónzalez, arquitecto de esta estación de servicio, se inspiró en la Catedral, Palacio de Orellana, Palacio de Monterrey y Plaza Mayor para construirla.

 

[dropcap]H[/dropcap]ay arquitectos que han trabajado en Salamanca que se inspirado para sus proyectos en los edificio ya existentes. Han tomado un poco de aquí y de allá y lo han plasmado en una sola construcción.

Este es el caso de la estación de servicio de Manuel Lorenzo e Hijos. Gasolinera que cumple ahora 80 años de suministrar combustible a los clientes y que tiene una historia arquitectónica detrás.

Cuenta Sara Núñez Izquierdo en su libro: ‘El arquitecto Francisco Gil González (1905-1962) La arquitectura salmantina del segundo tercio del siglo XX’, que para construir la estación de servicio que conocemos hoy, “fue necesario derribar la antigua gasolinera por entonces existente en aquel paraje, que, según la documentación manejada, era propiedad del propio Lorenzo García con anterioridad a 1933. Sobre el solar liberado, que tenía una superficie de 418 metros cuadrados, se levantó otra estación de servicio y engrase, que además incluía la vivienda del promotor en la planta principal”.

Por su parte, Jesús Málaga en su libro ‘La vida cotidiana en la Salamanca del siglo XX (1898-1923) recoge que el Ayuntamiento de Salamanca concede en julio de 1922 la licencia municipal a los empresarios Santiago García, Cayetano Holgado y Ángel Nuño para instalar la primera gasolinera de Salamanca. Lo que no nos indica el texto de Málaga es en qué lugar estaba ubicada esta primera estación de servicio de la ciudad. Todo cabe indicar que podría tratarse de ésta que fue demolida en favor de la que hoy conocemos, por su excelente ubicación de entrada a la ciudad junto al puente de Enrique Estevan.

Inspiración monumental

La gasolinera está enclavada en un lugar emblemático de la ciudad, ya que está muy próximo el conjunto monumental, incluso el propio Puente de Hierro, todo el entorno forma parte del Patrimonio de la Humanidad, que no era el caso cuando se construyó, pero que el propio arquitecto Francisco Gil González lo tuvo muy presente.

La propia memoria que presentó Gil González del proyecto, según recoge Sara Núñez Izquierdo en su libro, señala que “como puede verse por los planos de fachadas, se ha procurado en la composición de estos, armonizados arquitectónicamente con el monumento (Catedral) que sirve de fondo a este edificio entrando en la ciudad”.

Núñez Izquierdo apunta en su trabajo a una indicación de José Ignacio Díez Elcuaz, que argumenta que “la única referencia al citado templo en el alzado firmado por el técnico en 1939 estaba presente en el frente lindante con la avenida de los Reyes de España, donde insertó una triple arcada con tres huecos circulares, cuya configuración estaba inspirada en el hastial occidental de la nave mayor de la Catedral Nueva”.

La edificación se completa con una arcada que recuerdan a los de la Plaza Mayor. Sirven estos arcos son carpaneles sobre ménsulas para distribuir a los vehículos a la hora de repostar.

Hay otros elementos arquitectónicos y decorativos que se pueden ver en este edificio que podrían haberse inspirado en el Palacio de Orellana, como es la galería del frente que da a la avenida Reyes de España. Así como el último piso donde se puede intuir la presencia del Palacio de Monterrey.

Bibliografía.
El arquitecto Francisco Gil González (1905-1962) La arquitectura salmantina del segundo tercio del siglo XX, por Sara Núnez Izquierdo. Ediciones Universidad de Salamanca.

La vida cotidiana en la Salamanca del siglo XX (1898-1923), por Jesús Málaga

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