El intimismo de Pablo de la Peña

La exposición fotográfica del artista salmantino se puede ver en la cafetería de El Casino hasta el 21 de abril
Pablo de la Peña expone en la cafetería de El Casino su 'Tiempo de tomillos', catorce fotografías que se pueden ver hasta el 21 de abril.

 

[dropcap]U[/dropcap]vas que reposan con sencillez sobre una fuente y ajos llenos de vida son el paréntesis simbólico de un bodegón donde el caos y el desorden conforman un equilibrio en armonía. Estas son solo tres de las fotografías que conforman la muestra que trae a la cafetería de El Casino Pablo de la Peña hasta el 21 de abril, donde el intimismo de lo cotidiano y la serenidad del campo dan paso al bullicio y la vorágine de la Roma urbana y la Vaticana confusa.

H. S. Tomé comisario de las exposiciones de la cafetería del Casino explica que ‘ir a tomillos’ es pasear en un espacio de soledad para el recuerdo, la reflexión o el sentimiento.

Con este texto Pablo de la Peña, nos introduce en su muestra fotográfica. Filosofía tradicional o popular, no por ello menos importante.

«Las fotografías expuestas en la Cafetería del Casino de Salamanca, muestran reflexión y sentimiento», matiza Tomé.

En el discurrir fotográfico De la Peña, de formación autodidacta, tiene en su haber varias exposiciones, encargos publicitarios, proyectos de instituciones y una dilatada labor como fotógrafo de prensa.

‘Tiempo de tomillos’ está articulada al menos en dos “Tempos” bien diferenciados: arquitectura y naturaleza. Varias imágenes del Vaticano y Roma, correctamente compuestas con un acertado y equilibrado cromatismo. Cabe destacar la de una gran ventana con un hombre en su ángulo inferior derecho, como así mismo, la de unos novios pasando ante unos agresivos carteles publicitarios.

Su propuesta más arriesgada e innovadora y, no por ello menos atractiva e interesante –según mi criterio-, son las fotografías de las uvas y los ajos, sus respectivos planos y ubicación en el espacio fotográfico, bien merecen –por parte del autor y de los espectadores- una profunda y sosegada reflexión.

Pienso, que donde Pablo nos ofrece su creatividad e imaginario fotográfico más íntimo y creativo de “Ir a tomillos” está en la fotografía que ilustra el cartel, junto con la imagen del bodegón predominando en esta, una gran sinfonía de elementos, planos y colores. Mención especial merece un audaz paisaje vertical con un camino ascendente y unas encinas situadas en el tercio superior de la imagen, imagen no exenta de sensibilidad, belleza y suave cadencia en el fluir del color.

 

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