Opinión

La Ciencia no aleja de Dios

Responden siete científicos Premio Nobel de Física

Los libros tienen vida propia. Cuando el autor los ve ya publicados, empiezan su andadura, y si hay un cierto éxito, las ediciones se suceden, las presentaciones ganan en interés según los sitios y los debatientes, y lo que es más importante, se van perfilando tesis sobre el propio libro con opiniones que no se veían al principio tan claramente… o aparecen puntos flacos que cubrir.

Eso es lo que sucede –y perdonen que me ponga algunas medallas— con mi última obra, Buscando a Dios en el universo, que ya está en su 5ª edición, sobre la que los lectores ya recibieron, hace pocas semanas, un decálogo con las principales ideas que sobre una posible inteligencia superior (o el Dios posible) pueda haber en la realidad, sin que ahora se perciba. ¡Ah! Y quien no haya recibido ese decálogo, puede solicitarlo, gratia et honore, a castecien@bitmailer.net).

Ahora llega un segundo addendum a la que es –no por mucho tiempo— mi última obra: es el texto que expongo en este artículo: un resumen que he hecho con las creencias de siete científicos muy destacados, todos ellos Premios Nobel de Física. La recopilación inicial se hizo por Catholic Link (https://catholic-link.com), ajustada por mí según fecha de nacimiento de los autores en cuestión. En cuanto a los complementos biográficos de cada uno de ellos, básicamente proceden de Wikipedia. Y ahí va lo que piensan siete sabios muy importantes, haciendo convivir Física avanzada con un posible Demiurgo que habría dicho Platón.

Max Karl Ernst Ludwig Planck (Kiel, Alemania, 23 de abril de 1858/Gotinga, Alemania, 4 de octubre de 1947).

Considerado como el fundador de la teoría de la mecánica cuántica, pasó en Kiel sus primeros años para pasar después a Múnich. Allí, bajo la tutela del profesor Jolly, el joven Planck condujo sus propios experimentos.

Desde 1905 hasta 1909, Planck encabezó la Deutsche Physikalische Gesellschaft (Sociedad Alemana de Física), y en 1913, cambió a la universidad de Berlín. En 1918 recibió el Premio Nobel de Física por la mecánica cuántica, lo que no le exoneró de una doble tragedia: Max Planck perdió a su hijo Erwin Planck, asesinado por los nazis el 3 de enero de 1945, a pesar de las peticiones de indulto y clemencia que él mismo hizo al propio Hitler. Por lo demás, su casa de Berlín-Grünewald (y con ella toda tu biblioteca, con miles de volúmenes e irrecuperables manuscritos) fue completamente destruida por un bombardeo aéreo en febrero de 1944. Su actitud sobre las últimas cosas se registró así:

“Detrás de la fuerza que hace vibrar las partículas atómicas debemos suponer un espíritu inteligente y consciente” (conferencia en Florencia, 1944).

Albert Einstein (Ulm, Renania, Alemania, 14 de marzo de 1879 / Princeton, Nueva Jersey, EE.UU., 18 de abril de 1935).

Primogénito de Hermann Einstein y de Pauline Koch, judíos alemanes cuyas familias procedían de Suabia. En el otoño de 1896 inició sus estudios superiores en el Instituto Tecnológico de Zúrich, donde fue alumno del matemático Hermann Minkowski.

El esfuerzo de teorización de Einstein, lo situó entre los más eminentes de los físicos europeos, y el reconocimiento público y el Premio Nobel de Física le llegó en 1921. Concedido «por sus trabajos sobre el movimiento browniano y su interpretación del efecto fotoeléctrico».

En el plano científico, su investigación más reconocida se produjo entre 1914 y 1916, con el perfeccionamiento de la teoría general de la relatividad, basada en el postulado de que la gravedad es un campo creado por la presencia de masa en el continuo espacio-tiempo.

Firmante principal del Proyecto Manhattan, tras las explosiones de Hiroshima y Nagasaki, que pusieran fin a la Segunda Guerra Mundial, Einstein se unió a los científicos que buscaban la manera de impedir el uso futuro de la bomba: propuso la formación de un gobierno mundial a partir del embrión constituido por las Naciones Unidas. Su actitud ante una posible inteligencia superior, muy conocida, se resume así:

“Todo el que está involucrado en la búsqueda de la ciencia se convence de que en ella se manifiesta un espíritu muy superior al del hombre, frente al cual debemos sentirnos humildes” (Dear Profssor Einstein: Albert Einstein’s letters to and from children, 2002).

Arthur Holly Compton (Wooster, Ohio, 1892/Berkeley, California, 1962).

En 1923 fue profesor de Física en la Universidad de Chicago, donde dirigió el laboratorio en el que se produjo la primera reacción nuclear en cadena, lo que provocó que tuviera un papel relevante en el Proyecto Manhattan.

Sus estudios de los rayos X le llevaron a descubrir en 1923 el denominado efecto Compton, el cambio de longitud de onda de la radiación electromagnética de alta energía al ser dispersada por los electrones. Por su descubrimiento del citado efecto y por su investigación de los rayos cósmicos y de la reflexión, la polarización y los espectros de los rayos X, compartió el Premio Nobel de Física de 1927 con el físico británico Charles Wilson. Su actitud respecto a la presunción de Dios, se manifiesta en la siguiente frase:

“Mientras más vamos conociendo nuestro universo, la probabilidad de que todo se haya dado por procesos casuales se vuelve cada vez más remota” (La libertad del hombre, 1935).

Werner Karl Heisenberg (Wurzburgo, Alemania, 5 de diciembre de 1901/Múnich, 1 de febrero de 1976).

Estudió en la Universidad de Múnich, y desde 1923 fue ayudante del físico alemán Max Born en la Universidad de Gotinga, hasta que en 1927 obtuvo una beca de la Fundación Rockefeller para trabajar con el físico danés Niels Bohr en la Universidad de Copenhague.

En 1941 ocupó el cargo de director del Instituto Kaiser Wilhelm de Física, que en 1946 pasó a llamarse Instituto Max Planck. En 1932, poco antes de cumplir los 31 años, recibió el Premio Nobel de Física por su contribución a «la creación de la mecánica cuántica, cuyo uso ha conducido, entre otras cosas, al descubrimiento de las formas alotrópicas del hidrógeno».

Bajo su dirección y, durante la Segunda Guerra Mundial, la Alemania nazi intentó construir la bomba atómica, por medio de una reacción en cadena que se llevaría a cabo con tanta rapidez que produciría una gran explosión. Pero no alcanzó éxito. No se sabe si por la propia decisión de Heisenberg de no promover tantas víctimas. Su actitud ante Dios fue gradual:

El primer trago de la copa de las ciencias naturales te volverá ateo; pero en el fondo de esa copa te espera Dios” (frase proveniente de su referencia a la relación entre la física mecánica y la mecánica cuántica).

Arthur Leonard Schawlow (Mount Vernon, Nueva York, 5 de mayo de 1921 /Palo Alto, California, 28 de abril de 1999).

Hijo de inmigrantes, letón el padre y canadiense la madre, estudió Física en la Universidad de Toronto. En 1981 fue galardonado con el Premio Nobel de Física por su contribución al desarrollo del láser espectroscópico, premio que compartió con Nicolaas Bloembergen y Kai Siegbahn. Su actitud ante Dios la expresó como sigue:

“Las únicas respuestas posibles son de orden religioso… tanto en el universo como en mi propia vida tengo necesidad de Dios” (H. Margenau, Cosmos Bios Theos, 1992).

Arno Allan Penzias (Múnich, Alemania, 26 de abril de 1933 /…).

Mientras trabajaba en un nuevo tipo de antena en los Laboratorios Bell, en Holmdel, Nueva Jersey, encontró una fuente de ruido en la atmósfera que no cabía explicar. Después de afinar la recepción de la antena, fue identificada como la resonancia del Big Bang.

Penzias ganó en 1978 el Premio Nobel de Física, junto con Robert Woodrow Wilson, por su descubrimiento en 1964 de la referida radiación cósmica de fondo de microondas. Su actitud ante un posible ser superior cabe resumirla así:

“En ausencia de un incidente absurdamente improbable las observaciones de la ciencia moderna parecen sugerir una dimensión sobrenatural” (Cosmos, Bios, e Theos, La Salle, 1992).

Carlo Rubbia (Gorizia, Italia, 31 de marzo de 1934/…).

En 1960 ya era investigador en el CERN de Ginebra, donde se ocupó de investigaciones sobre la física de partículas elementales, con el descubrimiento del bosón W, y posteriormente el bosón Z. En 1984 recibió, junto al holandés Simon van der Meer, el premio Nobel de Física. Su actitud sobre religión y ciencia la resumimos seguidamente:

“Cuando observamos la naturaleza quedamos siempre impresionados por su belleza, su orden, su coherencia (…). No puedo creer que todos estos fenómenos, que se unen como perfectos engranajes, puedan ser resultado de una fluctuación estadística, o una combinación del azar. Hay, evidentemente, algo o alguien haciendo las cosas como son. Vemos los efectos de esa presencia, pero no la presencia misma. Es este el punto en que la ciencia se acerca más a lo que yo llamo religión” (El País, 20.VII.1985).

William Daniel Phillips (Wilkes-Barre, Pensilvania, 5 de noviembre de 1948/…)

En 1997 ganó el Premio Nobel de Física (junto con Claude Cohen-Tannoudji y Steven Chu) por sus contribuciones al campo de la refrigeración mediante láser, una técnica para mover átomos en estado gaseoso y estudiarlos mejor desarrollados.

William Phillips, cristiano protestante, miembro de la Iglesia Metodista, es uno de los fundadores de la Sociedad Internacional para la Ciencia y la Religión,? que busca facilitar el diálogo entre ciencia y fe.? Es también miembro de la Academia Pontificia de las Ciencias. Su actitud ante Dios se refleja en las siguientes palabras:

“¿Por qué creo en Dios? Porque veo un universo que, si se hubiera construido algo diferente… nunca habría dado a luz a las estrellas ni a los planetas, y mucho menos a las bacterias y a las personas” (La ciencia ¿hace que la creencia en Dios sea obsoleta?, John Templeton Foundation, 2008).

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1 comentario en «La Ciencia no aleja de Dios»

  1. Históricamente los dioses se han escondido donde la ciencia era incapaz, así que ahora debemos poner a grandes científicos a obstaculizarse los unos a los otros, es decir, crear una ciencia inútil que no nos lleve a ningún lado.

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