Subrayábamos hace un par de días que, a diferencia de PP y PSOE, que a lo largo de las últimas semanas han desplegado a su dos máximos dirigentes por esta comunidad, donde 13 de los 31 escaños del Congreso no tienen a priori dueño fijo, ni Albert Rivera ni Pablo Iglesias niSantiago Abascal habían celebrado ningún acto público en Castilla y León en los últimos meses.
La ausencia de Iglesias no llama especialmente la atención, ya que hasta el 23 de marzo no regresó a la actividad después de su permiso paternal y desde entonces ha tenido que hacer frente a una sobrecargada agenda. La de Rivera solo se explica en su propósito de alejarse de la comunidad en la que su partido ha protagonizado uno de los más bochornosos episodios desde su existencia, cual ha sido el “pucherazo” detectado en sus primarias autonómicas. Alejamiento físico, que no mediático, ya que al partido naranja y a su líder les seguirá persiguiendo el escándalo mientras no se aclare su autoría, algo que desde la cúpula del partido se está haciendo todo lo posible por impedir. Rivera y Villegas sabrán porqué, en lugar de extraer la bala del tiro que se dieron en un pie, han decidido dispararse al otro.
El absoluto pasotismo de Vox durante la precampaña, comenzando por no desvelar hasta que no le quedó más remedio quienes iban a ser sus candidatos al Congreso y al Senado, parecía obedecer a una estrategia deliberada. Saben que el suyo va a ser un voto marcadamente ideológico y en cierto modo antisistema, no dependiente ni de la propaganda al uso -la publicidad ya se la están haciendo gratis los demás partidos y los medios de comunicación que en general tanto detestan- ni de la calidad ni grado de conocimiento de sus candidatos, entre los que aparece una elevada cuota de cuneros. De ahí que durante la precampaña se hayan abstenido de celebrar actos públicos.
Sin embargo esa dinámica se ha roto en Castilla y León 48 horas antes del inicio oficial de la campaña propiamente dicha con el acto protagonizado el martes en Ávila por la presidenta de Vox en Madrid,Rocío Monasterio, y el gurú económico del partido, Iván Espinosa de los Monteros. Y sobre todo con la presencia ayer en Palencia del mismísimo Santiago Abascal, que abarrotó anoche el teatro Ortega. Casualmente, según el sondeo del CIS el tercer y último escaño del Congreso a elegir en Palencia estaría en juego entre Ciudadanos y la ultraderechista emergente, que presenta a la ex concejal de AP Sonia Lalanda como cabeza de lista.
En el PP palentino preocupa mucho la competencia electoral que supone Vox, que puede ser aún mayor de lo esperado si se confirma el temido fichaje del que fuera presidente de la Diputación y ex diputado nacional,Enrique Martín, quien recientemente desertó de las filas populares. Y aunque el CIS no conceda posibilidades de escaño a Vox en Burgos, a otros que no les llega la camisa al cuello es a los del PP burgalés, que no acaban de creerse que el partido de Ortega Lara no rasque bola en esa circunscripción, probablemente además una de las que visite Abascal durante la campaña.
A la misma hora que el líder ultraderechista era vitoreado en Palencia, Monasterio protagonizaba ayer una agitada visita a Segovia, donde, tras respaldar a los candidatos de Vox en un acto a los pies del Acueducto, protagonizó un accidentada paseo por la Calle Real, en el que la fornida policía nacional tuvo que emplearse a fondo para evitar el enfrentamiento físico entre la comitiva y varias decenas de antifascistas que la increpaban. Vox ha entrado por fin en campaña en Castilla y León.
P.S.- Y tanto que Abascal ha entrado en campaña en Castilla y León. El próximo domingo celebra un acto en Burgos y el lunes otro en Valladolid.