Una cosa es la flexibilidad y otra la inconsistencia.
La primera permite adaptarse al terreno y las circunstancias sin cambiar de rumbo.
La segunda carece de rumbo y finalidad.
La primera tiene en mente unos objetivos claros, que si hablamos de política han quedado definidos en un programa y han sido propuestos y/o respaldados por una militancia. La segunda es solo un despliegue de gestos, precisamente inconsistentes y contradictorios.
Sin duda en el breve periodo de liderazgo de Pedro Sánchez en el PSOE, y en su aún más breve periodo presidencial, han abundado los gestos que no se han materializado en nada sólido, o en muy poco. Han abundado las contradicciones y también las renuncias a lo que parecían objetivos claros y fundamentales, por ejemplo suprimir las reformas laborales que propiciaron el precariado laboral y la desigualdad social extrema, y que el PSOE (el que precedió a Pedro Sánchez) y el PP, alumbraron conjunta y sucesivamente, inspirados por una misma ideología de raíz neoliberal.
Recientemente se ha venido a decir incluso, por uno de los colaboradores de Pedro Sánchez, que la reforma laboral no se tocará sin el permiso de la patronal. Que obviamente no lo dará.
Y quién habla de reformas laborales habla de otros recortes sociales y otras políticas en la misma dirección, cuyo objetivo teórico o programático era revertirlas.
Fofa y contradictoria ha sido también la actitud y la actuación del PSOE de Sánchez en el escándalo gravísimo de las cloacas del estado y su actividad mafiosa. El Watergate de Nixon fue pecata minuta en comparación con lo que ahí se oculta y esconde.
En este tipo de encrucijadas nos jugamos la democracia, y la actitud por tanto debe ser firme y clara, llegando hasta el final, presuponiendo que la democracia nos importe, que debería ser que sí si no queremos caer de nuevo en la barbarie de los tiempos oscuros que algunos añoran.
En otra vuelta de tuerca de esta trayectoria de renuncia a lo prometido, se adivina, o incluso se anuncia ya abiertamente desde el mismo entorno de Pedro Sánchez, que un PSOE triunfante en las elecciones próximas pactará mejor y más a gusto con CIUDADANOS, partido de las derecha neoliberal (recuerden que hablamos de un extremismo), que con PODEMOS, partido surgido del 15 M y representante de la izquierda progresista, ecológica, y feminista.
No sé qué pensarán de todo esto, y sobre todo de esto último (el pacto con CIUDADANOS) los militantes socialistas que auparon a Pedro Sánchez y lo prefirieron holgadamente a Susana Díaz, representante y defensora precisamente de esa opción de la Gran coalición de la derecha neoliberal, teorizada en el pacto de PSOE, PP, y CIUDADANOS.
El mentor de Susana Díaz e inspirador de esa estrategia neoliberal de la derecha coaligada fue Felipe González, que siempre se reconoció discípulo fiel de Margaret Thatcher, afinidad que demostró en la práctica, colaborando a la deriva neoliberal de la socialdemocracia europea, deriva que la ha llevado al declive actual y en algunos casos casi a su desaparición. Por pura lógica, también en política las acciones y decisiones equivocadas producen efectos.
En esa línea de declive de la socialdemocracia europea por traición a sus principios sociales y a la ocupación hipócrita de un «centro» escorado a la derecha (radical en lo económico), hay que enmarcar también el declive político de Susana Díaz y el del propio Felipe González, que en el último periodo de su vida política y aunque solo sea desde el tendido o la tribuna, solo ha inspirado fracasos o estrategias contrarias al programa socialdemócrata.
Quiero pensar que muchos de los indecisos que señalan las encuestas, puedan ser ciudadanos de izquierda progresista o de centro izquierda, y que están esperando a que Pedro Sánchez aclare si sólo es un manojo de gestos que oculta lo de siempre, si se toma sus propias promesas «sociales» en serio, y si piensa pactar con un partido de la derecha neoliberal o con un partido de la izquierda socialdemócrata.
Uno de los momentos más importantes del debate de ayer en TVE fue cuando Pablo Iglesias presionó hábilmente a Pedro Sánchez para que reconociera que las decisiones “sociales” de las que un rato antes había alardeado el presidente de gobierno, y que son las que dan brillo a su breve periodo presidencial, por ejemplo la subida del salario mínimo, habían sido posibles porque PODEMOS había provocado la jugada. E importante fue también el reconocimiento que Pedro Sánchez hizo acto seguido de esa colaboración y ese estímulo, dando las gracias a Pablo Iglesias. Fue un gesto honesto.
Esto es lo que puede continuar o faltar en la próxima legislatura dependiendo de los resultados electorales que obtenga PODEMOS. Sin duda el partido morado ha introducido en nuestro país una corriente de renovación y regeneración a la que los otros partidos intentan adaptarse. Si hoy en día la corrupción lo tiene más difícil en España es gracias a este partido, que por otra parte es el principal valedor y acicate de una política socialdemócrata. Quizás por eso es el partido que ha recibido los ataques más feroces del establishment, incluidas en este concepto las cloacas del Estado.
Cabe dudar que hoy en España las primarias tuvieran el peso que han adquirido en los partidos si no fuera porque PODEMOS se adelantó a darles ejemplo.
CIUDADANOS por ejemplo intenta aprender esas reglas de democracia mínima y le sale un pucherazo electoral.
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