Opinión

«Con Rivera, no». Con Igea, sí

 ¡”Con Rivera, no”, con Rivera, no…!,  corearon el 26-A por la noche los incondicionales congregados en la calle Ferraz para celebrar la victoria socialista en las elecciones generales. El grito, hay que pensar que espontáneo, recordaba mucho a aquel “Zapatero, no nos falles” que se escuchó en el mismo escenario la noche del 14 de marzo de 2004, con ocasión de la inesperada victoria de José Luis Rodríguez Zapatero. En ambos casos las bases socialistas clamaban por un giro a la izquierda. Hace 15 años para retirar las tropas de Irak y revertir la deriva neoconservadora por la que se deslizó sin complejos José María Aznaren su segunda legislatura. Ahora, para continuar el programa esbozado por Pedro Sánchez durante los nueve meses que ha gobernado desde la moción de censura que jubiló a Mariano Rajoy.

Rivera y Sánchez.

Desgraciadamente para el PP, Ciudadanos no ha extendido ese insólito “cordón sanitario” -inconcebible, máxime cuando no se lo aplica a Vox- ni a comunidades autónomas ni a ayuntamientos, respecto a los que mantiene abierta cualquier posibilidad de pacto. En lo que se refiere a la Junta de Castilla y León, ya hemos expuesto aquí que, siempre que la aritmética parlamentaria lo permita, la opción más lógica y razonable pasa por una alianza entre el PSOE de Luis Tudanca y el partido naranja que ponga fin a los 32 años de gobierno autonómico del PP, los 18 últimos bajo la presidencia de Juan Vicente Herrera. Por mucho que le encantara al poder financiero encarnado por la patronal y el Ibex 35, no existe la menor posibilidad de que se repita aquel frustrado “pacto del abrazo” con el que Pedro Sánchez y Albert Rivera intentaron formar un gobierno de coalición en 2016. Entre otras cosas porque Rivera ha sustentado gran parte de su toda exitosa campaña electoral sobre la base de mantener un “cordón sanitario” frente a Sánchez, convirtiendo el desalojo del gobierno socialista en su máxima prioridad. Por ahí no hay peligro. Cosa diferente es que el PSOE acceda a la coalición de gobierno que con tanta insistencia reclama Unidas Podemos, o que trate de gobernar en solitario mediante apoyos puntuales al modo que lo hizo en su momento Zapatero mediante en lo que se dio en llamar “geometría parlamentaria variable”.

Tudanca.

 PSOE+C´s, el único cambio viable.- No tendría el menor sentido que el cambio político que propugna el candidato de C´s y líder in péctore ya del partido en Castilla y León,Francisco Igea, consistiera en un pacto para sostener al PP en el gobierno de la comunidad, ni siquiera aunque los populares, con tal de evitar el naufragio total, ofrecieran a la formación naranja la presidencia de la Junta.

Esta última y desesperada operación, que ya sería infumable a dos bandas, seguramente requeriría el apoyo activo de Vox, lo cual reduce aún más la viabilidad de la misma. Así pues, tras la luz arrojada por las pasadas elecciones generales, se confirma que la expectativa más plausible en Castilla y León pasa por esa coalición de gobierno PSOE-Cs, cuya presidencia por pura lógica ha de recaer en la fuerza política más votada. (En Andalucía, Ciudadanos se postuló en un principio como aspirante a la presidencia, pero dicho planteamiento decayó por su propio peso a las primeras de cambio).

La investidura de un presidente del hipotético gobierno bipartito concertado entre Tudanca e Igea ni siquiera precisaría para salir adelante los 41 procuradores que marcan la mayoría absoluta en el próximo hemiciclo de las Cortes, suma de escaños por otra parte perfectamente al alcance si extrapolamos los resultados del pasado 28-A. Con sumar 38 o 39 ya saldría adelante en segunda votación con la abstención de las minorías no beligerantes destinadas a convivir en el futuro grupo mixto de la Cámara.

Francisco Igea.

Conocedor de la predisposición de Ciudadanos, el PP de Alfonso FernándezMañueco lo había fiado todo a que la suma de sus escaños con los de Vox dieran para poder seguir gobernando la Junta. Pero esa expectativa se ha venido abajo tras los resultados de las generales, en los que el partido de extrema derecha, pese a recolectar mas de 186.000 votos , se ha detenido en un porcentaje, el 12,3 por ciento, que, de mantenerse el 26-M, se traduciría en un máximo de 9 procuradores en las próximas Cortes, número a todas luces insuficiente para completar mayoría con el PP, que, según esa extrapolación, podría caer hasta los 24 escaños. (El PSOE obtendría 28 y Ciudadanos 14).

La indolencia/resignación de Mañueco.- Con semejante panorama, Fernández Mañueco parece consciente de que sus posibilidades de heredar la presidencia de la Junta son extremadamente remotas. A algunos les puede sorprender la pasmosa tranquilidad con la que ha asumido el batacazo del PP en las generales, que presagia que su destino va a ser el de liderar la oposición al próximo gobierno autonómico. Esa supuesta indolencia, si se quiere resignación, puede tener su explicación en otro hecho: Tal como han discurrido las cosas en el PP, el presidente regional del partido no se siente especialmente responsable ni del descalabro del 28-A ni del que pueda producirse el 26-M.

Alfonso Fernández Mañueco y Juan Vicente Herrera

Me explico. Si no hubiera habido elecciones generales anticipadas, a los barones territoriales del PP podría habérseles imputado un fracaso en las elecciones autonómicas. Pero las habido y el gran responsable del desplome sufrido por el PP no es otro que Pablo Casado, quien no llegó a la presidencia del partido precisamente con el apoyo de Mañueco, alineado entonces con Soraya Sáez de Santamaría. Y a partir de ahí, devaluada la marca PP, el máximo responsable de la presumible derrota del PP en las próximas elecciones autonómicas volverá a ser el presidente nacional del PP.

 Una responsabilidad que en Castilla y León si acaso ha de ser compartida no tanto por Mañueco como por Juan Vicente Herrera, quien, además de apoyar decididamente a Casado en las primarias nacionales del partido, ha aprovechado su cercanía personal con él para inmiscuirse en la elaboración de las listas y promocionar a sus afines, ya sea en las candidaturas al Congreso y al Senado, ya sea en las de las Cortes y en las de los ayuntamientos. Y en el pecado va a llevar la penitencia, ya que la apropiación herrerista de la candidatura del PP al ayuntamiento de Valladolid, va a permitir comprobar el 26-A el verdadero tirón electoral del entorno más próximo del presidente “pato cojo” del gobierno zombi de la Junta. Es el problema que a veces tiene tanta afición a maniobrar desde la sombra.

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