El fiscal solicitó este miércoles tres años de prisión para J.M.C.P. por abusar sexualmente de dos chicas a las que sobó libidinosamente aprovechando el pogo, un baile tumultuoso en el transcurso de un festival que tuvo lugar en la Sala B del Caem.
Los hechos ocurrieron durante un festival de rock celebrado el 12 de noviembre de 2017, cuando los asistentes se pusieron a bailar el bogo, un baile tumultuoso de origen punk so que incluye brincos y contacto físico con el resto de participantes.
El procesado, del que ya se habían quejado previamente otros asistentes al concierto por ocasionarles molestias, aprovechó el barullo para situarse detrás de una chica, pasarle sus brazos bajo las axilas y agarrarle los pechos. Luego se apartó y le hizo lo mismo a otra chica, que pertenecía a una de las bandas que había actuado unos instantes antes.
El acusado negó en el juicio que el contacto fuera libidinoso, pero cuando la seguridad del festival lo sacó de la sala tras las quejas de las víctimas y un miembro de la organización habló con él, «me dijo que no había hecho nada, pero que le gustaba el jueguecito», de agarrar los pechos de las chicas por detrás, según relató en la vista oral el miembro de la organización del festival.
Las dos víctimas coincidieron en destacar que los tocamientos no fueron casuales ni involuntarios.
La primera de ellas señaló que «me hizo tocamientos que no debería que distan mucho de ser casuales. Pasó a mi lado y me tocó con carácter sexual, sin ninguna duda. No fue casual en ningún caso», relató tras diferenciar lo ocurrido de los contactos habituales y sin intención que hay en aglomeraciones como esas.
La segunda víctima es una integrante de una de las bandas que participo en el festival, «Luego bajé al público para disfrutar del concierto y había una persona molestando a la gente. En un momento del pogo se apoyó en mí y me quedé en shock. Dije: esto no puede pasar. Pero volvió a pasar» y le paso de nuevo los brazos bajo las axilas y le agarró los pechos. «Fue claramente intencionado», apostilló.
Tras este nuevo manoseo «me giré y lo vi a mi lado, detrás mía», señaló tras reconocer al individuo como el que estaba sentado como acusado en la sala.
Un testigo relató que estaba en el concierto «y en uno de los pogos vi como una persona cogió por detrás a una chica y le agarró varias veces por los pechos. Lo hizo a posta», afirmó. «La chica y otra se encararon con él y yo me acerqué. Él lo negaba pero yo le dije que no lo negara porque yo lo he visto», declaró.
El fiscal dijo en sus conclusiones que «las pruebas hablan por sí solas», de modo que lo acusó de dos delitos de abusos sexual, por los que pide un total de tres años de cárcel «porque cualquier tocamiento tiene carácter sexual y es como mínimo un abuso».
La acusación particular afirmó que «no fue algo involuntario» e hizo hincapié en que «denunciaron varias chicas».
La defensa, por su parte, pidió su absolución por considerar que al tratarse de «un baile violento y confuso la gente se mezcla en tumulto» y porque su defendido «no podía participar en un pogo, porque dos meses antes sufrió un infarto. Además, duda de la identificación que hicieron de él las víctimas porque «la iluminación era confusa y es difícil identificar al autor si no se le coge en el mismo momento».
No obstante, pidió que si se le condena sea por un delito continuado leve de vejaciones y que si hubiera multa «entendemos que la prisión sería un castigo excesivo e improcedente».