La sección primera de la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia d Castilla y León ha rebajado la condena impuesta por la Audiencia Provincial de Salamanca a M.B.I. por desfigurar la cara con un vaso a un guardia civil que se encontraba fuera de servicio en Carbajosa de la Sagrada. Después del recurso de la defensa, deberá cumplir cuatro años y seis meses de prisión en lugar de los cinco a los que fue condenado al principio, además deberá abonar 20.200 euros y no los 35.000 euros previstos.
Los hechos ocurrieron en el mes de junio en un bar en 2016, cuando el condenado reconoció a quien un año antes le había sancionado por conducir sin carnet un ciclomotor. De este modo, como venganza le estampó su vaso en la cabeza, ocasionándole una lesión que le supuso 50 puntos de sutura internos y externos. El acusado, condenado anteriormente en Sentencias firmes por delitos contra la seguridad vial, atentado contra la autoridad y estafa, permaneció en prisión preventiva hasta noviembre de 2016.
La sentencia hecha pública por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León expuso “la apreciación de la atenuante de dilaciones indebidas” que empleó el condenado en su recurso junto a la consideración de “la circunstancia modificativa de la responsabilidad criminal de toxicomanía”, así como el «quebrantamiento de normas y garantías procesales” y que además hubo “una vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva del artículo 24 de la Constitución” por falta de motivación respecto de la cuantía fijada como responsabilidad civil, debiendo estimarse la atenuante de reparación del daño como muy cualificada».
La primera de ellas fue estimada como «simple» al considerar que hubo un retraso injustificado de la causa desde su entrada en la Audiencia Provincial hasta la celebración del juicio. También se rebajó la indemnización al sentenciar que la cifra anterior “no estaba bien razonada”, aunque no se estimó la toxicomanía del condenado al no poder confirmar que fuera consumidor en el momento de los hechos.
De esta manera, la pena será finalmente de cuatro años y seis meses de prisión, aunque sobre ella cabe todavía recurso de casación.
En el juicio celebrado, el condenado reconoció los hechos pero afirmó que cometió la agresión “bajo los efectos de las copas que se había tomado en el bar y de la cocaína”, de la que era consumidor habitual, como expresó. Asimismo afirmó que “no sabía que la víctima era un guardia civil” y que trató de golpearle con la mano, “sin la intención de reventarle el vaso en la cara”. Sin embargo, todos los testigos que declararon que el agresor “se cercioró en dos ocasiones de que se trataba de un agente de la Benemérita” al que conocía por un hecho ocurrido en 2015 cuando le multó por un incidente de tráfico.