La misionera burgalesa de 77 años Inés Nieves Sancho falleció asesinada en la noche del domingo al lunes pasados en la pequeña localidad de Nola, una población perteneciente a la diócesis de Berberati, en República Centroafricana, donde trabajaba desde hacía 26 años. Su cuerpo fue localizado el lunes decapitado y mutilado en la aldea de Nola, detrás de la casa de la pequeña congregación a la que pertenecía, al oeste del país, según adelantó el Osservatore Romano.
ICAL. Así, la religiosa se encontraba en el país desde 1996, con una pequeña congregación denominada las Hijas de Jesús de Massac, con sede central en Francia. Unos desconocidos entraron en el hogar de la congregación la noche del domingo al lunes, su cuerpo fue localizado detrás del edificio y por el momento de desconocen los motivos del brutal asesinato.
La religiosa –que vivía sola– fue degollada y su cuerpo fue hallado en la mañana del lunes en en mismo lugar donde enseñaba a coser a las niñas del lugar, cercano a la frontera con Camerún. Al parecer, unos desconocidos la raptaron y la llevaron a esta escuela, donde la religiosa, perteneciente a la congregación francesa de las Hijas de Jesús de Massac, intentaba favorecer una vida más digna a las más jóvenes del pueblo.
Sancho, que también poseía la nacionalidad francesa, fue enterrada en la jornada de ayer martes, ya que la familia había expresado su deseo de que su cuerpo fuera sepultado en la zona donde ejercía la misión, según precisaron fuentes de la Archidiócecis de Burgos.
Los motivos de la agresión se desconocen por el momento y ningún grupo terrorista ha reivindicado la autoría del crimen. República Centroafricana está sumida en una cruenta guerra civil desde 2013, donde los cristianos sufren, al igual que toda la población, los ataques de los catorce grupos enfrentados, si bien la zona donde trabajaba la religiosa burgalesa era «bastante tranquila».
El burgalés Jesús Ruiz Molina, obispo auxiliar de Baangassou, a más de mil kilómetros de donde fue asesinada la misionera, aseguró que «la guerra parece estar remitiendo, si bien todavía tienen que sufrir las consecuencias de las armas».
Condolencias
En concreto, en la diócesis donde ejerce su ministerio el burgalés «todavía hay tres parroquias que están bajo las armas», incluso una, de 20.000 habitantes, fue atacada el pasado 1 de enero. También han sido asesinados dos vicarios y cinco sacerdotes en el último año. «No es que sea una persecución contra los cristianos –detalló el prelado–, pero estamos en medio de la guerra y sufrimos sus consecuencias».
A pesar de todo, se mostró esperanzado: «Empezamos a circular con cierta tranquilidad, pues ya no hay tanta violencia como antes». El problema en la actualidad está en los 1,2 millones de desplazados que se han quedado sin casas y están sumidos en la pobreza. Aún así, «somos optimistas y esperamos que las armas se paren en todo el país, sobre todo en las periferias», relató a la diócesis de Burgos.
Por su parte, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, trasladó en Twitter su «pésame y cariño para la familia de Inés» y para la de Fernando, misionero asesinado hace unos días en Burkina Faso. «Un abrazo a sus congregaciones y mi reconocimiento a su labor siempre al servicio de los más necesitados», concluyó el líder socialista.