[dropcap]F[/dropcap]ino Oyonarte (Almería, 1964) sigue con la ilusión del que hace las cosas por primera vez. Un grave infarto en 2014 le animó a salir del caparazón y hacer realidad el sueño de escribir e interpretar sus propias canciones, alejarse de los grandes montajes electrificados y los trailers de equipo para probar lo que se siente viajando solo en un coche, con una guitarra en el maletero, contando su propia historia en voz bajita a quien quiera escucharle.
En 2018 publicó su primer disco en solitario Sueños y Tormentas. Casi un año después nos volvemos cruzamos con él en un concierto acústico que ha realizado en una sala de exposiciones en Cuenca. Un buen lugar Cuenca y un buen lugar una sala de arte para una charla tranquila con este amante de la música en vinilo, para hablar de lo que ha sido este año en solitario.
Fino Oyonarte debutó en esto de la música en 1986 con la gira de despedida de Glutamato Ye-yé, antes de incorporarse como bajista a Los Enemigos. En 1991 se publicó La Cuenta Atrás, la canción que le permitió comenzar a vivir de la música. También ha formado parte de proyectos musicales míticos como Clovis y Lo Eterno o ha producido discos legendarios como Super 8 de Los Planetas o Hipnosis de Lagartija Nick.
Los Enemigos han vuelto, quizá nunca se fueron. Pero también ha llegado Fino Oyonarte y también ha venido para quedarse. Dos caminos, el eléctrico y el acústico, el del bajista que comparte proyecto con un genio de la música como Josele Santiago, y el del compositor y cantante en solitario que cada noche expresa sus sentimientos sólo con una guitarra. Como una autopista de cuatro carriles y su vía de servicio, imprescindibles ambas y que circulan paralelas en la biografía de Fino Oyonarte.
¿Como ha sido este último año?
He estado haciendo gira solo, publicar un disco acústico en verano era como un suicidio, pero lo que me interesaba era dar a conocer esta faceta de compositor y de escritor de mis propias letras. He hecho una gira de unos quince conciertos, pero ésta es una carrera de fondo.
En Julio hago dos festivales. Estaré en el Festival Vida en Vilanova i la Geltrú y también Pirineos Sur. Voy en formato trío de cuerda con una chelista y una violinista. Es una versión muy bonita, porque el disco tiene orquestación de cuerda y hemos hecho arreglos para hacer este formato trío en estos festivales.
Lo normal este año ha sido ir en plan cantautor como iba Dylan al principio, de pueblo en pueblo. Nunca había tenido esa sensación, porque siempre he estado en bandas muy armadas, muy eléctricas.
Con banda sólo he podido tocar este disco una vez en Madrid en la presentación. Ese día hubo hasta ocho músicos en el escenario. Me encantaría volver a repetirlo, pero la realidad es la realidad.
¿Cómo ha sido hacer promoción en solitario?
No me imaginaba que este trabajo iba a tener tanta repercusión. Al ser un disco tan intimista y tan tranquilo, pensaba que lo mismo no me hacían ni caso. Pero la verdad es que ha habido mucho interés. He hecho muchísimas entrevistas. También gracias al trabajo excelente por parte de Ane García de Emerge M&C.
Una propuesta muy diferente a lo que nos tenías acostumbrados.
Quizá por la trayectoria que llevo ha sorprendido un poco. Es un disco casi desnudo, muy acústico y muy íntimo. Tengo mi trayectoria en Los Enemigos, un grupo más de rock, o con Clovis o con Los Eterno y siempre he sido mucho de electrificar todo.Aunque hay detalles que he conservado, como lo de doblar las acústicas y las voces a lo Phil Spector, que es una fórmula que me encanta.
Hay quien dijo, ¿a estas alturas mangas verdes?
Es una cosa pendiente de hacer y que, por suerte o por desgracia, tuvo que llegar un infarto para intentarlo. Son situaciones que se te presentan en la vida. Esa misma noche dije joder, estoy vivo. La gente de esto se muere.
Esa misma noche me pregunté qué quería hacer y me dije, quiero escribir canciones para un disco propio. He dedicado demasiado tiempo para los demás, necesito dedicarme tiempo a mí mismo. Me gusta formar parte de proyectos colectivos, pero también necesitaba hacer mirada interior y hacer algo pendiente. Tenía esa pequeña frustración de no haberlo hecho. Siempre lo había ido alargando buscando el momento. Esa noche me dije, por qué no ahora.
¿Eran tus primeras letras?
Había escrito algunas cosas, pero en Los Enemigos el peso de la composición es de Josele que tiene una manera única de expresarse y en Clovis era Cristina Plaza la autora de la mayoría de la letras. He tenido que descubrir la forma de expresarme.
Después del infarto, empecé a escribir un diario y me dí cuenta de que esas cosas eran las que estaban ya en mis canciones. Me di cuenta que esa forma de expresarme tan natural y tan sencilla es la que estaba alimentando mis canciones. Necesitaba desbloquear ese interior que quería encontrar.
A veces lo que parece sencillo no es tan sencillo.
Son letras muy trabajadas. He tenido que hacer muchas variaciones y muchos tachones. Lo difícil es encontrar en lo aparentemente sencillo la potencia o un tipo de expresión. En eso se basa la sencillez. Es como la gente que hace una canción con dos acordes. Otras necesitan veinte acordes y Spacemen 3 lo hacía con uno. Son formas de expresarse.
¿Este proyecto será un caso aislado en tu trayectoria?
Mi idea es que tenga una continuidad. Ya tengo siete u ocho canciones para un futuro trabajo. Estoy descubriendo y estoy aprendiendo también una forma de diferente de decir. Tocando el bajo me expreso de una manera y con las palabras me expreso de otra. Estamos hablando de preparar un nuevo disco de Los Enemigos. Comenzó como una reunión de cuatro conciertos, pero al final se ha convertido en una segunda vida del grupo que ahora, con un nuevo disco, va a tener una continuidad. Aunque me gustaría poder compaginarlo con mi carrera en solitario. Esta puerta que he abierto la quiero dejar ya abierta.
Fino Oyonarte participó en las III Jornadas ¿Malos tiempos para la Lírica? organizadas por Babylon Festival y el Seminario Permanente Estudios Contemporáneos (SPEC –UCLM) en la Sala ACUA de la UCLM y patrocinadas por Vivo Cuenca y Eurocaja en Cuenca el 25 de mayo de 2019.