Martín Ruarte es un niño de nueve años con síndrome de down. Todavía no sabe que su perro de apoyo y amigo inseparable desde que lo adoptara hace cuatro años está muerto.
Alguien, se sospecha que un vecino del barrio en la localidad argentina de Caucete, ha envenenado a Fido, que así se llamaba su perro de apoyo emocional.
Los padres no se han atrevido a comunicarle aún la noticia, porque «no sabemos cómo se lo va a tomar», mientras buscan un cachorro para cubrir el vació que ha dejado Fido.
El perro iba siempre con el niño a todos lados y su ayuda contribuyó a su mejoría, de modo que pudo dejar el colegio especial al que asistía para incorporarse a uno convencional