La anécdota es muy conocida. Después de retirado de los ruedos,Joaquín Miranda, banderillero que fuera de la cuadrilla de Juan Belmonte se dejó querer en política y acabó siendo nombrado gobernador civil de Huelva. Y en estas una buena tarde un amigo del diestro de Triana le preguntó al maestro cómo había sido posible tal fenómeno. “Pues ya ve usted, degenerando…”, sentenció Belmonte.
Pues así, degenerando, PP y Ciudadanos han cerrado ya un acuerdo por el que Alfonso Fernández Mañueco presidirá un gobierno de coalición en la Junta a cambio, entre otras varias concesiones, de que el partido de Albert Rivera y Francisco Igea(a estas alturas, tal para cual) se haga con alcaldías como las de Burgos y Palencia y la presidencia de alguna que otra Diputación provincial.
La formación naranja empezó simplemente planteando el veto a alcaldes y presidentes de Diputación que llevaran ya 8 años en el cargo y a la vista de que el PP tragaba con todo lo tragable y más, se ha pasado la mano por la cara y ha acabado exigiendo para los suyos esos mismos cargos y algunos más (amén de presidencia de las Cortes, una vicepresidencia de la Junta y unas cuántas consejerías aún por determinar).
Los que aseguraban que la cosa no iba de cambiar cromos han devenido en unos trileros que no tendrían competencia ni en la calle Sierpes. El mismo partido que en la pasada legislatura permitió gobernar a la lista más votada en cinco capitales de provincia -casualmente en todos los casos en beneficio del PP- se ha descolgado ahora exigiendo alcaldías donde sigue siendo la tercera fuerza y años luz de la primera.
Con cinco concejales de un total de 27 y con menos de la mitad de la representación obtenida por el PSOE (11 concejales), el “ciudadano” Vicente Marañón se dispone a ser elegido nuevo alcalde de Burgos gracias a los votos del PP (7) y de Vox (2). Y más impresentable aún es lo del ayuntamiento de Palencia, donde el alcaldable naranja, Mario Simón, con solo tres concejales de 25, gobernaría con el apoyo de los 9 del PP y del único de Vox, ello en detrimento de los 11 concejales socialistas.
Si este trapicheo municipal urdido entre PP y Ciudadanos no hay por donde cogerlo, el de las Diputaciones -se da por hecho el apaño en Burgos y como muy posible otro en Segovia- chirría todavía más, ya que en ellas la presencia naranja es aun inferior (tres diputados en Burgos y tan solo dos en Segovia). Ello con el agravante de que los de Albert Rivera eran partidarios, cosas veredes, de suprimir las Diputaciones provinciales…
En fin, cuantos más datos se conocen del cambalache, más infumable es la componenda perpetrada por ambos partidos (para más inri, en el caso de las alcaldías de Burgos y Palencia con la cooperación imprescindible de Vox). Y ni pensar quiero cómo quedará el pastiche global cuando conozcamos la composición de la nueva Mesa de las Cortes y la posterior nómina de altos cargos de la Junta…