Opinión

El ocaso de Podemos (I)

Introducción

Si hubiera que sintetizar los resultados electorales en España del 26 de mayo de 2019, cabría decir:

  • Triunfo global del PSOE, ma non troppo.
  • Resistencia e incluso recuperación –sobre el anterior episodio electoral de las generales del 28 de abril— del PP. Lo que permite a Pablo Casado confirmar por tiempo indefinido su presidencia del PP, salvo que haya episodios imprevisibles por parte de Cs/PSOE.
  • Ciudadanos, sin sorpasso sobre el PP, no puede ya pretender el liderazgo del centro-derecha. Se ve en la tesitura de optar, peligrosamente, en alianzas con el PSOE o el PP, según los casos. Además, ha tenido un grave fracaso: la operación Valls en Barcelona. Por otro lado, asume como un mal trago tener que pactar, volis nolis, con Vox.
  • Caída en picado de Podemos, de manera que Pablo Iglesias queda de forma mendicante en su aspiración (imposible) de gobernar como gran aliado del PSOE. Ahora, al haber perdido posiciones en todas partes –salvo el disidente de Cádiz—, Iglesias se ve en la tesitura de dimitir, o de hacer de tripas corazón y resistir desde su malparada situación y su mansión de Galapagar.

Precisamente en esta sección vamos a hacer un análisis del auge y caída de Podemos en poco más de un lustro (2014-2019). Un fenómeno político de indudable interés, de lo que supone una emergencia populista, al poco tiempo castigada por los electores decepcionados.

CAMPAÑA BRILLANTE Y RESULTADO ESPECTACULAR EN 2014

Apenas tres meses de existencia desde su registro oficial como partido político (11.III.2014), se dice que con 130.000 euros le bastó a Podemos para lograr cinco escaños en el Parlamento Europeo –de los 54 a los que España tiene derecho—, para convertirse en la gran sorpresa de la jornada electoral del 25 de mayo de 2014. No obstante lo cual, Pablo Iglesias, que tenía augurios de una conquista aún mayor, llamó “al duelo y la calma”, por no haber conseguido superar a las principales fuerzas políticas. El PP se hizo con 16 escaños, y el PSOE con 14, perdiéndose los dos partidos en conjunto, la mayoría, al quedarse en el 49 por 100 del total sufragio; algo que muchos vieron como el comienzo del fin del bipartidismo.

La sensación el día después, fue de alarma. Y en ese sentido, en un libro de urgencia, coordinado por el columnista de El Mundo John Müller, los resultados del 25-M-14, se registraron con verdadero asombro: nadie se esperaba semejante cosa. Aunque «quien lo tenía que saber» conocía que Podemos iba a obtener «tres eurodiputados fijos», la inmensa mayoría de los españoles no tenía la menor idea de lo que podía pasar con el grupo de politólogos y activistas de izquierda, encabezados por un tipo con coleta y cuyo nombre, Podemos, era un homenaje al puro voluntarismo… Las encuestas encargadas por los medios estaban tan ciegas que le daban como mucho uno o dos diputados, en el mejor de los casos y sólo en la última semana, la media atribuida por sondeos llegó al 2,8 en porcentaje del total de los votos, cuando luego se alcanzó el 8 por 100.

En definitiva, los resultados del 25-M-2014 fueron el asombro de propios y extraños –por mucho que Iglesias se sintiera aparentemente decepcionado—, pues nadie, insistimos, había previsto que los sucesores de los indignados de la Puerta del Sol de Madrid (15-M de 2011), tendrían, casi tres años después –y cierto que en combinación con otros factores—, un resultado electoral así. Como dijo Jacobo Rivero, en su libro sobre Podemos:

El terremoto producido por los resultados disparó todo tipo de hipótesis. Desde los sectores más apegados a la propuesta de Podemos se señaló que era una muestra del final de la “cultura de la Transición”, y la evidencia de una “crisis de régimen”, significada por el “austericidio” provocado por los que Pablo Iglesias ha insistido en llamar “la casta”. Desde opciones distintas, se señaló que el nuevo partido es una opción “peligrosa” para la democracia.

Lo cierto es que en un plazo mínimo, Podemos cosechó algo más de 1,24 millones de papeletas a su favor, con un mensaje claro durante toda la campaña: la crítica del régimen del 78 (la Transición), y un propósito que iba mucho más allá del de sentar plaza en el Parlamento Europeo: ganar las siguientes elecciones para hacerse con España entera.

Se abrió así un escenario nuevo ante la carrera electoral prevista para 2015, sobre todo en una comunidad importante como la de Madrid, en la que se acumularon 246.000 votos (el 11,27 por 100 del total), dejando a UPyD e IU en cuarta y quinta posición, respectivamente. Y para sorpresa de todos, el partido de Iglesias fue también el tercero más votado en Aragón, Cantabria, Asturias y las Islas Baleares.

Con unas propuestas programáticas incumplibles, el éxito de Podemos radicó fundamentalmente en que supo identificar una demanda no satisfecha por los partidos tradicionales: la crítica implacable del manejo de la crisis, el ataque a las corrupciones, y la inculpación global de la casta. Todo ello con un efecto revulsivo del escenario político.

Parafraseando al economista Joseph Schumpeter (1883-1950), los líderes de Podemos se convirtieron en verdaderos empresarios schumpeterianos, innovadores, al identificar lo que el mercado político demandaba en un momento concreto: castigar a los responsables del paro y de la falta de honestidad. Para luego, con el triunfo, llegar a lo más difícil: pasar de una todavía elemental maquinaria electoral a un verdadero partido político.

En todo caso, el nacimiento de Podemos se relaciona generalmente con lo sucedido durante la primavera de 2011, con el fracaso del Gobierno de Rodríguez Zapatero frente a la crisis económica, como consecuencia, primero de negar que la hubiera, y después, por el retraso e insuficiencia de las medidas que fueron adoptándose. Fracaso que reconoció el propio ZP al convocar elecciones anticipadas en noviembre de 2011: tiró la toalla, sabiendo que el PSOE tendría una ingente sangría de votos y escaños, intuyéndose además que el partido socialista estaba perdiendo la calle.

Así se vio en la Puerta del Sol, el 15 de marzo de 2011 (lo que con el tiempo se llamaría 15-M), con el movimiento masivo que sería origen de Podemos, como reconocen sus propios mandarines, al recordar el campamento instalado en el centro histórico de Madrid; así como las ulteriores concentraciones y manifestaciones, apareciendo entonces en las encuestas la previsión de que una buena parte de la gente apoyaba las reivindicaciones de aquellos indignados, de su movimiento antisistema, crítico de casi todo. Al respecto, Monedero se refirió a la “experiencia luminosa que politizó a tantos”. Sin embargo, sucedió que a pocos meses de esa erupción anti-muchas-cosas, en las elecciones de noviembre de 2011 se votó a los partidos de siempre; por la sencilla razón de que el 15-M no tuvo quien le representara en las urnas.

Con esos orígenes y una cierta organización, Podemos logró convertirse en una especie de sistema de franquicias de grupos activistas, con capacidad para agrupar a la mayor parte de los descontentos de la crisis, la corrupción, el desempleo, etc.; a los que alimentó con sus consignas.

Seguiremos la semana próxima.

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