Opinión

Unalphabeto

 

[dropcap]D[/dropcap]e esas veces que pones la tele mientras te aplicas al garbanzo y zas. Oye, que van mil de ellas. – Ojalá, how I wish – me digo. Mil desde que se cuentan. Como cada vez que escuchas o lees que es el jueves más caluroso de la historia sin contar los meteoritos o el verano más frío que se recuerda siempre que no hayas oído hablar de los números de los estados isotópicos marinos, de Würm, Riss, Mindel o Güntz. Ahora encuentro respuesta al adolescente ¿Y esto para qué vale en la vida? A las raíces cuadradas me sigue costando verles sentido…

Confieso que me da tanta pereza escucharos a vosotros afirmando que todas las mujeres son iguales como me mosquea que vosotras afirméis que todos los hombres somos lo mismo. Con todo mi respeto, un mojón para tan estulta afirmación y otro para quien tenga a bien firmarla después de un discutido repensado haciéndola suya.

Para el equipo de los chicos, que hasta donde sé estamos en severa inferioridad en el ejercicio de la reflexión natural y del que soy miembro por naturaleza. ¿Qué te parecería ser como ese tal David que se encontró Miguel Ángel dentro de un maltrecho trozo de mármol blanco? Si no lo visualizas, navega, te será mostrado desde todos los ángulos posibles. ¿Es o no es un chulazo?

Proporcionado, hercúleo, apolíneo, mazado… Adjetivo fácil, escultural el pollo. ¿Quién puede ponerle pega alguna? ¿Algo? ¿Alguna imperfección? ¿Alegaciones? Más allá de un opinable Beckham es más guapo, ojalá no tengas nada que decir. Ojalá entiendas el tamaño de su pene. Que su cabeza, sus manos y su torso son ligeramente más grandes de lo estipulado en las proporciones clásicas quizá resulte menos relevante.

El David, como si fuera un tipo con gusto por pasar los fines de semana en una nave de cualquier polígono industrial, representa al bíblico rey David antes de discutir fuerte con el filisteo Goliat, hecho símbolo de Florencia frente a los Médici y la amenaza de otros beligerantes estados. Hoy es una declarada obra maestra del Renacimiento y, seguro, una de las esculturas más famosas del mundo con sus más de 5 metros y 5000 kilos. Y sí. Con un pene muy pequeño. No por accidente como seguro sabrás, pero nunca está de más recordar.

En la antigua Grecia, un pene pequeño era la mejor representación que se podía desear. Se asociaba a una característica tan relevante como deseable, la moderación, una de las virtudes que se entendían como parte indispensable del ideal de la masculinidad. A un atleta, a un héroe, a un Dios, se le desnudaba en piedra y se le asignaba un pequeño atributo entre las piernas.

¿Sabes qué modelo humano representaba aquella figura a la que adorna un enorme y erecto cacharro colgandero? Oh, sorpresa. Borrachos y/o decrépitos.

Viene de muy atrás. Nos toca a nosotros decidir a qué cabeza enviamos la sangre para pensar.

Moveyourself.    

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