[dropcap]A[/dropcap]ntes se presentaban en papel desplegable. Esas guías de viaje que ocupaban toda la guantera y que hacían necesaria la colaboración del piloto. Una serie de trazos, gráficos, líneas y colores, moteadas con leyendas e iconos. Guías de viaje, contenedores de silenciosos pistas y tesoros. Con anexos para la quietud. Indicaciones para llenar el estómago y la vista, donde llenar la despensa para la segura próxima hibernación.
Se les ha dado voz, por lo general y configurable, de eficiente mujer. Deseosa de ayudarte a llegar donde le pidas. De musicoso y entusiasta tono te motiva a coger la siguiente salida o a que te sitúes en el carril de la izquierda con tiempo suficiente para no hacer la entorpecer a quienes te siguen. Con el resto se comporta igual. Interesante tomar al pie de la letra sus indicaciones, tiene la visión global que a ti te falta. Interesante, hace innecesario ocupar el asiento de la derecha. En dos kilómetros… Sin tener que pasar la página, oscureciendo sus ojos de seis pulgadas para no deslumbrarte al anochecer…
Narradora de mapas. Todo lo sabe. O al menos todo lo que hace falta saber si tú previamente has compartido con ella tú destino, a donde quieres ir a parar. Incluso te da aviso del tiempo que te falta por invertir y la distancia que te separa del punto rojo.
Para eso sirven los mapas y los relojes. Pero oye, bueno, lee. Si crees en ambos a pies juntillas no te estás enterando de todo sino solamente de una parte pretenciosa. Esa memoria externa interpreta, insisto, según la información con que haya sido alimentada previamente. Funciona exactamente igual que nosotros, si no se actualiza tenderá a la obsolescencia. Llegará a decirte que te conduces campo a través y que las ruedas sobre las que avanzas pueden sufrir un reventón en cualquier momento, los muelles que amortiguan tu viaje podrán quebrarse con facilidad a tus modestos 90 kilómetros por hora porque es incapaz de encontrar asfalto con que sostener tus neumáticos. Por tu bien, debes volver a la antigua carretera.
De nada servirá decirle que no, que está en un error, que la autovía recién inaugurada existe, que la estás viendo con tus propios ojos, que avanzas firme y suave. Si a la prima de Siri que trabaja en el departamento de tráfico no le han hecho saber previamente que el Ministro de Fomento se ha gastado un buen porrón de euros en grava y brea caliente, no cejará en su empeño bienintencionado de avisarte, de cuidarte, afirmando que estás en un error, que por mal camino no se puede llegar a buen puerto. No tiene culpa, quiere tu bien, pero no siente los baches. Repite una y otra vez lo que ha sido programada para decir.
Y así funciona todo. Esa es la constante distancia insalvable entre lo que es y lo que tú crees que es. Entre lo que ves y lo que crees que estás viendo. Interpretación y actualización. Mapas y suelos.
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