[dropcap]Ú[/dropcap]ltimamente estamos volviendo a ver en los medios de comunicación que los colectivos sanitarios y asociaciones de pacientes recogen la antigua reivindicación consultas de atención primaria de un mínimo de 12 minutos.
Los usuarios comprenden que alargar las consultas de su médico de familia supondrá una mejor atención, un respeto en el horario de las citas y, en suma, una mayor satisfacción en la atención recibida. Pero las consecuencias de esta medida no se quedan solo en una mejora de la relación médico-enfermo.
Para la OMS la calidad asistencial consiste en que el paciente “reciba el conjunto de medios diagnósticos y terapéuticos más adecuado para conseguir una atención sanitaria optima teniendo en cuenta todos los factores y conocimientos del paciente y del servicio médico, con el mínimo riesgo de efectos adversos y la ma?xima satisfaccio?n del paciente”. En este contexto la satisfacción del usuario es uno de los objetivos pero también hay otras consideraciones como el uso eficiente y adecuado de los recursos. Está comprobado que la brevedad de las consultas médicas está relacionada con dificultades en el diagnóstico que llevan al abuso en las derivaciones al especialista (con sobrecarga asistencial en este nivel), una hiperprescripción de fármacos y de exploraciones innecesarias y un aumento en la incidencia del stress profesional.
Tenemos la experiencia de que reivindicaciones de mayor inversión en recursos humanos son difíciles de conseguir, por lo que quizás, deberíamos insistir en las ventajas económicas que supone disponer en una consulta del tiempo suficiente para precisar el diagnóstico. Al disminuir las derivaciones, el exceso de exploraciones y la hiperprescripción farmacológica , el gasto será menor.
Insistir en el argumento económico será seguramente más útil que el de mejorar la satisfacción de médico y paciente en las que no parece que la administración se preocupe tanto.
Esperanza González Marín