Valladolid lideró el incremento del precio del alquiler en Castilla y León desde finales de 2013, con una subida cercana al 30 por ciento, mientras que en el extremo opuesto se situaron Soria y León, donde las alzas no alcanzaron el 15 por ciento, según se recoge en un informe elaborado por el Banco de España, y donde se refleja que el aumento en Salamanca fue del 20% desde ese año y hasta el 2019.
El estudio analiza la evolución de precios tomando de referencia las estadísticas del portal especializado Idealista, y de él se desprende que, a nivel nacional, las rentas han aumentado por encima del 50 por ciento desde su mínimo a finales del 2013, con especial concentración en grandes ciudades y zonas turísticas.
Tras Valladolid, la mayores subidas, alrededor del 25 por ciento, se registraron en Ávila y Segovia. En Salamanca, Burgos, Palencia y Zamora las alzas se movieron entre el 15 y el 20 por ciento.
En el informe también se elabora una ratio de la rentabilidad bruta de la vivienda en alquiler. En este caso, Ávila se sitúa en cabeza con una rentabilidad superior al seis por ciento, mientras que el resto de capitales de provincias de la Comunidad se sitúan entre el cinco y seis por ciento.
España continúa siendo un país de propietarios y la proporción de población que reside en viviendas en alquiler es “reducida” frente a las principales economías de la Unión Europea, pero en los últimos años se está produciendo un auge esencialmente de la mano de “jóvenes, inmigrantes y trabajadores temporales”, cuyos ingresos y condiciones laborales les impiden adquirir su propia casa.
El informe del Banco de España eleva al 52,4 por ciento el colectivo de jóvenes en viviendas arrendadas y al 29,9 por ciento en ciudadanos con edades comprendidas entre los 30 y 44 años por motivos especialmente económicos.
“La dificultad de los colectivos con menor renta para incrementar sus ingresos por la aún elevada incidencia del desempleo, la escasa duración de los nuevos contratos laborales o la mayor relevancia de la jornada reducida habrían aumentado la demanda de alquiler residencial, especialmente entre los hogares jóvenes”, alerta la entidad presidida por Pablo Hernández de Cos.
Para su análisis utiliza los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística (INE), cuyas cifras revelan que entre los años 2004 y 2018 el porcentaje de jóvenes entre 16 y 29 años en viviendas arrendadas se ha disparado del 39,3 al 52,4 por ciento; y sube del 19,3 al 29,9 por ciento en el colectivo de 30 a 44 años.
Asalariados
Cuando se analiza la situación laboral, la proporción de asalariados con contratos indefinidos en alquiler ha subido del 13 por ciento al 19,7 por ciento entre los ejercicios 2009 y 2018 que comprenden el estallido de la crisis y posterior recuperación, pero escala al 37,3 por ciento en trabajadores temporales, al 27,8 por ciento en parados y a un 19,2 por ciento en autónomos.
Según el estudio, el alquiler se ha convertido para muchos en la única alternativa de acceso a la vivienda ya que “la combinación de bajos ingresos laborales y de riesgo de pérdida de empleo dificultaría a un porcentaje significativo de hogares (especialmente jóvenes) con niveles de renta y patrimonio reducidos el acceso a un préstamo para la adquisición de vivienda”.
Sin embargo, también observa un auge en la búsqueda de viviendas que no son propias en ciudades y provincias más activas precisamente en la generación de puestos de trabajo. Su uso excede la media nacional en cuatro comunidades autónomas: las Islas Baleares, donde el alquiler residencial alcanza al 28,3 por ciento de los hogares; en Cataluña (26,3 por ciento), Madrid (23,6 por ciento) y Canarias (19,5 por ciento).
Madrid y Barcelona
El encarecimiento en Madrid y Barcelona supera el 45 por ciento y estaría ya afectando al atractivo de adquirir vivienda para ponerla en alquiler. El hecho de que los alquileres creciesen a ritmos superiores al de la revalorización de los inmuebles hizo interesante dicha opción como instrumento de inversión entre los años 2013 y 2017, y a partir de ahí “la rentabilidad bruta del alquiler se estaría reduciendo en estas ciudades, y alcanza en la actualidad los niveles de 2014”, advierte el estudio.
En esa pérdida de atractivo influye que se ha diluido el incentivo fiscal que favoreció la opción del alquiler cuando se suprimieron las deducciones por compra de vivienda y la “desaceleración” que observa en las rentas o, incluso, “estancamiento” en el caso de Barcelona.
En contrapartida y a escala ya nacional el informe no ve que el aumento de nuevos operadores haya influído de forma decisiva a abaratar los precios ni ve indicios concluyentes de que afecte el alquiler turístico por falta de estadísticas con suficiente detalle para su análisis. La rigidez en la oferta se mantiene pese al auge de sociedades dedicadas al arrendar viviendas como las socimis y que ahora suponen un 25 por ciento del mercado de alquiler residencial.