[dropcap]N[/dropcap]o han cambiado mucho las cosas en cuestión de juegos desde la época del rey Alfonso X el sabio.
A decir verdad sí, al menos en lo que se refiere a soportes, pues en los últimos años, unos cuantos, nos hemos sentado ante el ordenador, jugado con la consola o nos los hemos llevado a todas partes en el móvil, entre otros. Nos referimos con esto a situaciones lúdicas desde finales del siglo XX, pero hacíamos alusión a un personaje del XIII (¡uff, no hemos caminado ni ná desde entonces!)
Se sabe que el rey sabio acabó su obra «El juego del ajedrez, dados y tablas» en el año 1283, uno antes de su muerte, pero no hay constancia exacta de cuándo lo empezó; sí que fue ardua tarea de años de vivencias y experimentación.
Clasificó los juegos en tres grandes grupos: los que se realizan a caballo, los que se practican de pie y los que se juegan sentados.
El libro de los juegos aludido lo dividió en siete partes; tan sólo haremos mención a dos: la primera «el libro del ajedrez» y la sexta «el libro del alquerque».
Respecto al ajedrez modificó algunas de las reglas convirtiendo en ágil y dinámico un juego que hasta entonces era lento y un tanto aburrido donde siempre la estrategia y la belleza de su planteamiento era lo importante, más que la victoria en sí.
En un principio los cuadros no tenían color, lo que podía producir cierta confusión con las piezas del jugador oponente; se estableció que el tablero tuviera cuadros blancos y negros.
Una variante, el «gran ajedrez», mostraba un tablero con doce columnas y doce filas y se jugaba con un dado de ocho caras. Fue el precedente de la importante evolución que dió origen al ajedrez moderno, acontecimiento que tuvo lugar a finales del siglo XV.
Otra variante, el «ajedrez decimal», quedaba definida por una cuadrícula de 10×10 y un dado de siete caras.
Del juego del alquerque se conocen tres variedades: alquerque de tres, de nueve y de doce. El primero lo conocemos actualmente como tres en raya; el segundo, o juego del molino, cuyo objetivo era hacer también tres en línea o molino; y el tercero, que fue el antecesor del juego de las damas.
Pesquisando por nuestra ciudad nos encontramos con estos juegos en soporte nada moderno (ver fotos adjuntas). Con la espereranza de que no desaparezcan y surja otra oportunidad de poder trasladarnos en el tiempo para echar unas partidas. Nosotros, por si acaso, ya hemos puesto las fichas en la mochila.