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Opinión

Hace 500 años: La primera vuelta al mundo de Elcano y sus hombres a bordo de la Nao Victoria

Juan Sebastián Elcano.

[dropcap]Y[/dropcap]a lo hemos subrayado en más de una ocasión. El año 2019 tiene dos efemérides fundamentales para la Historia: la salida de Sevilla de la expedición Magallanes/Elcano el 12 de septiembre de 1519, que significó la gran circunnavegación. Y la llegada de Hernán Cortés con sus hombres a Tenochtitlán, y el encuentro con Moctezuma, el 8 de noviembre del mismo año.

Medio milenio de dos grandes acontecimientos históricos, para conocer mejor el planeta en que vivimos, y para entrar en el entendimiento y luego conflicto con la primera gran civilización hasta entonces desconocida en lo que hoy es México y fue la Nueva España, en un proceso que hoy se plasma en una comunidad iberoamericana de casi 600 millones de hispanohablantes.

Ya hemos dedicado cierto espacio a los dos temas en esta sección. Pero hoy vamos a hacer un nuevo repaso de una parte importante de la referida circunnavegación, el retorno decidido por Elcano por el Índico y bordeando Asia. Y lo haremos al hilo del Encuentro que tuvimos en la UIMP, en Santander, Palacio de la Magdalena, sobre, precisamente, el tema de la primera vuelta al mundo.

Empezamos pues cuando Elcano asumió la máxima responsabilidad de la única nave que quedaba útil de las cinco con que salió la expedición de Sevilla y Sanlúcar de Barrameda, la Victoria. Siendo el 18 de diciembre de 1521, el gran navegante guipuzcoano resolvió, por su propio criterio, aventurarse a volver por la ruta de los lusos, ya co­nocida, a través del Océano Índico y África.

Debe resaltarse aquí que en contra de lo que a veces se piensa, ni Magallanes ni ninguno de sus capitanes portugueses, pensó nunca en volver a España por la vía del Índico. No imaginaron dar la primera vuelta al mundo de la Historia –que muchos le atribuyen indebidamente—, sino que sólo pensaron en retornar por el hemisferio español del Pacífico. De ahí el gran mérito de Elcano que sí decidió circunnavegar el globo.

Claro es que ya tenía a su favor un dato del que Magallanes carecía en 1518: la inmensidad del Pacífico –espacio ignorado en el persistente mapa de Toscanelli—, de modo que el viaje de vuelta por el Índico sería mucho más breve (un 40 por 100 menos), por aguas que muchos de sus tripulantes portugueses ya conocían por haber participado en expediciones a los confines de la India y Malaca. Fue, pues, la decisión más racional, pero también la más atrevida.

En ese largo derrotero, hubieron de resistir la pésima alimentación, las temperaturas extremas y el trabajo excesivo para la tripulación, que fue menguando en número. Y si en la travesía del Océano Índico algo favorecieron los monzones de verano –invierno en el hemisferio Sur—, la navegación duró cerca de dos meses, con grandes dificultades a la postre para doblar el Cabo de Buena Esperanza. Antes de rodearlo, algunos miembros de la tripulación, entre ellos Pigafetta, hubieron deseado tocar tierra en Mozambique o Madagascar, donde había establecimientos portugueses, pero Elcano se negó a ello1.

 

La situación se hizo desesperada, arribando al archipiélago de Cabo Verde, el 1 de julio de 1522. Ante lo cual, Elcano sometió a votación qué hacer: si continuar viaje a España, sabiendo que quizá morirían en el intento, o recalar en las Islas, posesión portuguesa con todos los peligros. Decidieron echar anclas, diciendo que volvían de América y que una avería del trinquete les forzaba a pedirles ayuda2. Así las cosas, los portugueses les proveyeron de alimentos y agua. Un encuentro en el que los de la nao Victoria mostraron su extrañeza, al ver que los lusos decían ser la fecha del 10 de julio, mientras que según su propia cuenta era el día 9. Pronto se percataron de que al haber dado la vuelta al mundo hacia poniente, habían perdido un día. Lo mismo que pasó, más de tres siglos después, en la novela de Julio Verne, La vuelta al mundo en 80 días.

El caso es que percatado del engaño de la tripulación de la Victoria (al ir a pagar con la especia clavo las vituallas suministradas), el Gobernador de Cabo Verde apresó un batel con 13 hombres de Elcano, diciendo que sólo los portugueses podían navegar a las Islas de Poniente. Y para capturar a los demás intrusos, armó cuatro naves para apresar a todos, si bien los tripulantes de La Victoria, que preferían morir antes de caer en manos portuguesas, salieron a todo trapo, con premura y con gran trabajo para las bombas de desagüe, para achicar el agua que el maltrecho casco dejaba entrar en las bodegas3. Prosiguió, pues, la navegación.

Sin embargo, la proximidad de España animó a los esforzados tripulantes, a pesar de las penosas condiciones en que se encontraban, y con toda clase de temores, a mediados de agosto de 1522, la Victoria navegaba entre las dos islas más occidentales de las Azores: Fayal y Flores. Y por fin, el 4 de septiembre de 1522, los valerosos y nuevos argonautas, divisaron el cabo de San Vicente y el 6 fondearon en el puerto de Sanlúcar.

El mismo día, Juan Sebastián Elcano escribió una carta a Carlos V para darle las primicias de su periplo, al tiempo que notificaba a la Casa de la Contratación su arribo para que lo socorrieran. Tal vez esa misiva al ya emperador es el mejor resumen del viaje. De ella se transcribe lo siguiente:

Habiendo partido de la última de aquellas islas, en cinco meses, sin comer más que trigo y arroz y bebiendo sólo agua, no tocamos en tierra alguna, por temor al Rey de Portugal, que tiene ordenado en todos sus dominios de tomar esta armada, a fin de que V. M. no tenga noticia de ella.

Y así, se nos murieron de hambre veinte y dos hombres; por lo cual y la falta de vituallas, arribamos a la isla de Cabo Verde, donde el Gobernador de ella me apresó el batel con trece hombres, y quería llevarme junto con todos mis hombres en una nave que volvía de Calicut a Portugal cargada de especiería, diciendo que sólo los portugueses podían descubrir la Especiería.

Y a ese intento armó cuatro naves para apresarme; pero resolvimos, de común acuerdo, morir antes que caer en manos de los portugueses, y así, con grandísimo trabajo de la bomba, bajo la sentina, que de día y de noche no hacíamos otra cosa que echar fuera el agua, estando tan extenuados como hombre alguno lo ha estado, con la ayuda de Dios y de Nuestra Señora, después de pasados tres años, dimos fondo…4.

Al arribar a Sanlúcar, Elcano alquiló los servicios de un barco que les remontó por el Guadalquivir y, el 8 de septiembre de 1522, la Victoria ancló en el puerto trianero de las Muelas, tras recorrer 46.270 millas marinas (85.700 km), en los que había empleado, incluyendo las escalas, 1.084 días5. Eran dieciocho los supervivientes, de los 265 que salieron de allí mismo el 20 de septiembre de 1519, casi tres años antes. Descalzos, andrajosos, y cada uno con un hachón en la mano, visitaron las iglesias de Nuestra Señora de la Victoria y Santa María de la Antigua, para dar gracias por el feliz arribo.

Como subraya Enrique Martínez Ruiz, al arribar el estado de la nao Victoria era penoso: “dos veces averiada y otras tantas reparada, con buenas velas y palos, pero con el casco maltrecho. Habría requerido, en circunstancias normales, interrumpir su marcha con frecuentes escalas”. Sin embargo, eso no fue posible frente a las costas asiáticas y las africanas. La impaciencia de Elcano era grande para coronar con éxito la magna empresa, siempre con el temor de caer en manos de los portugueses, suspicaces vigilantes en la navegación en la Especiería6El cargamento de especias (clavo, 28 toneladas) y madera de sándalo, fue entregado al factor Cris­tóbal de Haro, y vendido en Amberes. Con recomendación directa de Carlos V a su tía Margarita para conseguir buen precio.

Los expedicionarios superstites comparecieron ante Carlos V en Valladolid, quien les felicitó, y les hizo caballeros. A Elcano le concedió una pensión de 500 ducados de oro anuales, el perdón de viejas culpas, y un blasón con la famosa divisa Pri­mus circumdedisti me (el primero que me circundaste). El próximo 12 de septiembre, el Rey Felipe VI recordará en Sevilla, quinientos años después, la gran aventura.

Y dejamos aquí el tema, para seguir el próximo día, con la segunda conmemoración de medio milenio, de Cortés/Moctezuma que tanta importancia tuvo, también, para el desarrollo histórico de lo que hoy es el mundo hispanohablante. Y como siempre, los lectores pueden contactar con el autor en castecien@bitmailer.net.

1 Enrique Martínez Ruiz (Director), Desvelando horizontes. La circunnavegación de Magallanes y Elcano, Fundación Museo Naval, Madrid, 2016, pág. 701.

2 Tomás Mazón, “La primera vuelta al mundo”

3 Enrique Martínez Ruiz (Director), Desvelando horizontes. La circunnavegación de Magallanes y Elcano, Fundación Museo Naval, Madrid, 2016, pág. 12.

4 “Carta escrita por Maximiliano Transilvano de cómo y por qué y en qué tiempo fueron descubiertas y halladas las islas Molucas, donde es el propio nacimiento de la especiería, las cuales caen en la conquista y marcación de la corona real de España. Y divídese esta relación en veinte párrafos principales”, La primera vuelta al mundo, Juan Sebastián de Elcano, Maximiliano Transilvano, Francisco Albo, Ginés de Mafra, Antonio Pigafetta…, Miraguano Ediciones y Ediciones Polifemo, 3ª edición, Madrid, 2018, pág. 12.

5 George Schwarz, “Las naves de exploración. Carabelas y naos”, Desperta Ferro, nº 18, marzo 2019.

6 Enrique Martínez Ruiz (Director), Desvelando horizontes. La circunnavegación de Magallanes y Elcano, Fundación Museo Naval, Madrid, 2016, pág. 700.

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