[dropcap]A[/dropcap]lmudena Cid ha sido una de nuestras grandes deportistas. Ha estado en cinco Juegos Olímpicos. Es una deportista de élite, que ahora ha encaminado su vida a la interpretación y que actualmente, la podemos ver sufrir en los fogones de Masterchef Celebrity.
Acaba de decirle adiós a la que fuera su entrenadora, Emilia Boneva, y ahora entendemos mucho mejor la fuerza que emana del interior de Almudena Cid. Además, nos ha dejado ver cómo eran esos años de deportista de élite y de esfuerzo.
La gran gimnasta la ha despedido con unas emotivas palabras.
Recuerdo tus dientes separados. Era al lugar al que te miraba allá por el año 93.
Había demasiado recorrido en tu mirada como para unirme a ella.
Fuiste cabezota y convenciste a mi familia para que situara mi hogar a 350km de ellos y a ninguno de ti.
Recuerdo intentar no cruzarme contigo en las escaleras del chalet donde vivíamos tras un mal entrenamiento, porque creía que la bronca seguiría ahí, en una entreplanta, pero siempre me sonreías como si, de repente, saliera tu lado más maternal.
Recuerdo tu colección de búhos, Emilia. Una colección interminable porque daba buena suerte, esa que, curiosamente, te la dio el trabajo y el esfuerzo.
Recuerdo el cambio generacional que hiciste, dándome la oportunidad de ir a mis primeros Juegos Olímpicos. De ti aprendí que la disciplina y el respeto te daba un premio así.
Recuerdo cómo se quejaba tu corazón intentando llegar a la clausura de los Juegos Olímpicos. Ahí sentí que también debíamos cuidarte a ti. Porque, ¡sí!, ocupabas el lugar de persona invencible endosando ese chándal de líder, pero, como para nosotras el maillot, también es de quita y pon.
Mi carrera no hubiera sido tan extensa de no ser por tu apoyo desde tu casita del pueblo, esa de la que me hablabas que construías mientras nos quedamos paradas en la Avenida America con Simeón haciendo de conductor. Era tu particular forma de pensar que avanzabas y, al mismo tiempo, construías tu retirada mientras hacías lo propio con nuestras carreras deportivas. Y quizás ahí, siendo yo copiloto en una furgoneta, entendí que el después también se debe construir desde dentro.
No habrá agradecimiento suficiente para ensalzar tu amor, tu apoyo y tu aportación a la historia de nuestro deporte.
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