Opinión

Seguimos con las ciudades: residuos sólidos urbanos y reciclado

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La entrada al CTR de Gomecello. (Archivo)

[dropcap]L[/dropcap]a semana pasada tuvimos un comienzo de una serie sobre el estado de nuestras ciudades, dedicando nuestra primera anotación a los aspectos viarios. Hoy dedicaremos un cierto espacio a las cuestiones de recogida y aprovechamiento de residuos sólidos urbanos (RSU).

En esa dirección, cabe decir que la recogida selectiva de RSU permite reutilizar productos desechables como verdaderos recursos naturales, para nuevas producciones, y en una fracción con fines energéticos. Especialmente de sectores como metales, vidrio, papel, y materia orgánica.

El objetivo de esos servicios es, ante todo, una cuestión sanitaria, para permitir que la ciudad se mantenga en un estado apropiado en lo que se refiere a higiene, salud y calidad de vida. Y al tiempo aprovechar la cantera pública para ganar en productividad y deteriorar menos el medio ambiente.

Casi el 90 por 100 del sector limpieza viaria en las ciudades junto con la recogida de RSU, está gestionado, concesionalmente, por empresas totalmente privadas, o por uniones de varias empresas. Se calcula que los municipios gestionados por empresas de capital público no llegan al 10 por 100 del total en términos de población. Se trata, en definitiva, de una amplia muestra de cooperación público-privada (CPP).

Las nuevas tendencias en la gestión de los residuos sólidos urbanos, con influencia definitiva en España de la legislación de la Unión Europea, apuntan hacia el máximo aprovechamiento en materia de RSU. De modo que la recogida permite la recuperación con sistemas de selectividad, separando la mezcla desordenada de basura, el totum revolutum. Ganándose en valor, y también en higiene, al evitar que unas fracciones más sucias contaminen a las más limpias. En esa línea de acción, las líneas maestras de la recogida selectiva se centran en:

            • Reducir la producción general de residuos al mínimo posible.

            • Aprovechar y recuperar todo lo que esté al alcance.

            • Gestionar de forma controlada la eliminación de las fracciones restantes, para la generación de energía con especial cuidado de no producir emisiones nocivas a la atmósfera.

La recogida selectiva en España responde a fomentar el reciclaje y valorización de los RSU, con todos los valores que representa la llamada economía circular. Y tiene las características de obligatoria, con reglamentaciones especiales, como es el caso de residuos tóxicos y peligrosos como pilas eléctricas de botón, medicamentos, alimentos caducados y productos que podrían tener similares efectos nocivos entre los consumidores y usuarios.

Fue en 1991, cuando en España entró en vigor la Ley de Envases, y desde entonces, se han puesto en marcha múltiples medidas y campañas de concienciación sobre los beneficios que aporta esa recogida, por razones ecológicas, de la señalada economía circular, y de salud pública. En esa dirección, la sensibilización de la opinión pública es capital. Así se desprende de los últimos datos ofrecidos por Ecoembes, que evidencian un compromiso creciente de la sociedad española con el reciclaje de envases.

Al respecto, cabe subrayar que en 2018, cada ciudadano vertió en el contenedor amarillo 15,7 kg de envases de plástico, latas y briks durante el año. Con una práctica ya casi de rutina, que debe su éxito al aumento de la conciencia medioambiental de la sociedad, que cada vez se percata más de tener una visión económica ecológica y cuidar el medioambiente.

También el reciclaje de cartón y papel ha aumentado significativamente: el contenedor azul se llenó en 2018 con 18,1 kg de envases de papel y cartón por ciudadano.

También en 2018 se reciclaron 1.453.123 toneladas de envases, una cifra nada despreciable, que ha evitado la emisión de 1,6 millones de toneladas de CO2 y que ha permitido el ahorro de 20,3 millones de m3 de agua. Al tiempo que se ha suministrado a la industria gran cantidad de materia prima que en vez de desecharse sin aprovechamiento alguno, generando gran número de vertederos, muchas veces ilegales y verdaderamente nocivos para el entorno.

En definitiva, el reciclaje, no sólo impide que no nos ahoguemos en océanos de plástico, sino que influye directamente en la calidad del aire. Solo con el reciclaje de 6 botellas plastiqueras, se contrarresta la contaminación emitida por el tubo de escape de un automóvil de tamaño medio durante 10 minutos.

Todos estos datos sitúan a España en el buen camino, a veces como referencia europea. Así, el citado reciclaje de envases en 2018 fue del 78,8 por 100, un porcentaje muy por encima del 65 exigido por la Unión Europea para 2025. Y es que la concienciación ambiental ha ido ganando protagonismo gracias a diversos proyectos como Naturaliza, un programa que tiene como objetivo lograr una mayor presencia de la educación ambiental en el sistema educativo español. También ha de citarse el proyecto Libera, creado por SEO/BirdLife y Ecoembes, con el fin de liberar los espacios naturales de basuraleza.

Seguiremos con el tema, porque las cuestiones de la gestión municipal en asuntos de la importancia ya señalada, resultan clave en un país como el nuestro; cada vez más urbanizado, con densidades de población muy altas en las principales aglomeraciones.

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