Los habitantes del lugar lo conocen como la ‘Puerta del infierno’, que se abrió en los años 60 y no para de crecer. Su cierre es imposible y no para de crecer.
En la actualidad mide cien metros de profundidad y dos kilómetros de largo, y aumenta entre 15 y 18 metros cada año.
Es el Cráter Batagaika, que se abrió en una zona de Siberia cuyo suelo estaba permanentemente congelado (a eso se le llama permafrost) y que con el cambio climático empezó a derretirse debido a las filtraciones de agua, que empezaron a generar desprendimientos interno.
Los ruidos que ocasionaban esos movimientos atemorizaban a los habitantes cercanos, que bautizaron el cráter como la Puerta del Infierno, que ahora ya saben que no se puede cerrar y no para de crecer.