[dropcap]F[/dropcap]rancisco Blanco ofreció una conferencia invitado por los Amigos y Amigas de la Casa Lis para hablar sobre la mujer en el mundo rural. Una lección de historia, de leyendas, de ocurrencias y anécdotas aderezada con la picardía, astucia y socarronería que tiene el director del Instituto de Identidades de Salamanca.
Durante su charla, Blanco tuvo un hilo conductor: la mujer rural es silente, fuerte, pero vive en silencio.
Las mimbres de esta conferencia las buscó en Eva y Pandora, dos mitos femeninos que fueron creadas por sus dioses como personajes negativos. A Eva fue la curiosidad la que la llevó por mal camino y a Pandora, la tentación. Y lo que son las circunstancias, sin la curiosidad y la tentación es casi imposible que avance el mundo. Pero, estigmatizó a la mujer hasta nuestros días.
De estos dos personajes irreales a las brujas, que durante siglos han sido muy reales. «Las brujas estaban en todos los pueblos y ciudades. Así se justificaba lo negativo de la vida cotidiana. Queremos encontrar respuestas, si no las encontramos buscamos otra vía: el mal de ojo, que afectaba a personas, animales y cosechas», puntualiza Blanco.
El mal de ojo no se cura, por eso hay que prevenirlo. Utilizamos símbolos para curarnos como la regla de San Benito, la plata, garras de animales salvajes, los ‘evangelios’ que compraban en los conventos de clausura y se lo ponían al niño. También hay que proteger la casa, como templo de la familia. Se coloca laurel bendecido el Domingo de Ramos o los detentes,…
La mujer, desde Eva y Pandora, pasando por las brujas, contamina. Hay tabúes sobre la menstruación en todas la culturas. «Una mujer con la regla no podía entrar en una bodega porque picaba el vino. Y, en cuento al embarazo también había supersticiones, como si hacía punto estrangulaba al feto. Las mujeres del mundo rural se han visto acosadas con estas tradiciones, mucho más que en la ciudad», puntualizó Blanco.
Si la tradición es cruel con la mujer, qué decir del refranero:
- Por la mujer entro el mal en el mundo.
- Lo que el diablo no puede, lo logra la mujer.
- La mujer ni muerta la has de creer.
Guardianas de la sabiduría popular
La mujer no tenía acceso a la formación. Blanco contó que en el siglo XVI, una monja le reveló a su confesor que había entrado en el convento para ser libre. «Allí podía leer, escribir, educarse,… Eran muchas las mujeres en el siglo XVI, XVII, XVIII y hasta mediados del XX que entrar en el convento suponía librarse de la tiranía del padre y luego del marido».
El acceso de la mujer al conocimiento escrito era escaso, porque el índice de analfabetismo era muy alto. Sin embargo, el patrimonio inmaterial, todo aquello que se ha transmitido por vía oral, tiene a la mujer como piedra angular y por ella se ha transmitido. «La mujer lo ha recibido, alimentado y transmitido. Y ella ha ido en contra de sí misma, porque el mundo rural es patriarcal y ella lo ha consolidado: ‘Que no se me desvíe el muchacho’ y a la niña la educa en esa tradición. No se plantea salirse de ahí. No se discute lo que nos viene de padres y abuelos».
La mujer se ha encargado de cuidar la casa, los hijos y abuelos, sin dejar de salir al campo o atender el ganado. Saben hacer pan, queso, escabeches, mondongos y cuando descansaban su ocio era productivo, se sentaban al sol a coser o hacer punto. «Solo si está dormida, no hace nada», matiza Blanco.
La mujer tira piedras contra su tejado y no salía de ahí. Ahora, con nuestra sensibilidad es imposible concebirlo, pero ha existido hasta hace unas décadas en este nuestro mundo, en otras partes, sigue existiendo. Blanco concluyo con una frase: La mujer es el embudo que sostiene el mundo evitando que se desmorona.